• viernes 06 de julio 2018
    Para siempre en las estrellas
    “¿Qué es la muerte, abuela?” , preguntó mi nieta. “¿Recuerdas el libro de Torbellino?”, le pregunté a la vez. “Si. El del caballito viejo que un día su cola dejó de espantar a las moscas. En ese cuento el abuelo le dice que se nace, se vive, se muere y se va al cielo. Que es como un juego.” Yo asentí. Pero no pude evitar decirle que cuando la muerte se adelanta de manos de otros humanos no es parte del juego. “Como lo que les pasó a los tres periodistas”, razonó ella. ¡Es que a los niños no se les escapa nada! Asentí. Era una noche estrellada. “Ahora están allí, en las estrellas para que siempre los recordemos”, le expliqué. Ella alzó la mirada y preguntó que cuáles eran. “Mira, esa que está junto al planeta Venus y que brilla mucho, es la de Paúl Rivas y es el flash de su cámara. Esas tres juntitas a la izquierda es la computadora de Javier Ortega que estará reportando. Y en la constelación de acá, que forma una camioneta, está Efraín Segarra conduciéndola por el firmamento. Entonces
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  • martes 19 de junio 2018
    De saraguros y kurikinkes
    Nos encontrábamos sentados en lo alto de una loma. Desde allí podíamos ver a los dos cerros sagrados el Akakana y el Pukllay.
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  • jueves 17 de mayo 2018
    El colapso de la educación
    En la puerta de entrada de una universidad en Sudáfrica, el mensaje siguiente fue fijado para que todos pudieran leerlo:
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  • martes 24 de abril 2018
    Del amor verdadero y su sacrificio
    El suizo Carl Jung (1875-1972) fue un gran explorador de la mente humana y discípulo del ‘Padre del Psicoanálisis’, Sigmund Freud (1856-1939), un médico checo que desarrolló el método de curar las enfermedades mentales mediante el análisis de los conflictos sexuales inconscientes originados en la infancia. Jung formó una nueva escuela en el campo de la psicología. Aunque ninguno de sus escritos está dedicado al amor, este es un párrafo que aparece dentro de uno de ellos: “El amor verdadero establece siempre vínculos duraderos, responsables. Necesita libertad solo para la elección, no para la realización. Todo amor verdadero, profundo, es un sacrificio. Se sacrifican las propias posibilidades o, mejor dicho, la ilusión de las propias posibilidades. Si no requiere este sacrificio, nuestras ilusiones evitarán que se establezca el sentimiento profundo y responsable, con lo que se nos privará también de la posibilidad de la experiencia del verdadero amor. El problema del amor pertenece a lo
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