lunes 27 de marzo 2023

¡Longos!

Fausto Segovia Baus

La palabra “longos” proviene del quichua. Se refiere a un muchacho o adolescente de procedencia indígena. Es un término despectivo usado como una ofensa para denigrar, opacar o insultar a quien se declara indígena o pretende serlo.

¡El Ecuador es tierra de longos! Nuestras raíces son indígenas, españolas y afrodescendientes. Vale recordar el aforismo que nos retrata de alguna forma: “Todos tenemos algo de inga (indígena) o de mandinga (afrodescendiente)”. Y esto no nos debe perturbar; al contrario, es un buen motivo para recuperar la identidad en la diversidad.

El estudio del “longo” y la “longuería” -desde el punto de vista sociológico- tiene un referente: el libro “Jijón y Chiluisa, Jacinto. "Longos: una crítica reflexiva e irreverente a lo que somos." (1998). Esta obra -considerada un clásico en la materia- corresponde a Alexei Páez, Salomón Cuesta y Patricio Trujillo.

Allí es posible descifrar expresiones insultantes como "longo ignorante", "longo alevoso" y “longo sucio”. Al principio este estudio fue estimado -casi- como una broma por sus autores, pero luego tomó proporciones insospechadas. El pseudónimo utilizado -Jacinto Jijón y Chiluisa- dio carácter y originalidad a su contenido.

En el Austro ecuatoriano se dice “longuito y longuita”, en diminutivo, para saludar y demostrar afecto a las personas. Lo curioso es que estos apelativos se observan desde la gente blanco-mestiza, de arriba hacia abajo, y no al revés, lo cual revela algunas resonancias de dominación y sumisión.

“El habla del Azuay”, de Pedro Córdova, analiza también las repercusiones del lenguaje coloquial de los morlacos, con sabrosos ejemplos donde predominan los gerundios.

¡Somos longos y longas!