jueves 06 de julio 2023

¡Complejos!

Fausto Segovia Baus

Esta palabra es muy común en la vida cotidiana, y resuena en espacios familiares, educativos, laborales y académicos. En el vocabulario de los psicólogos, los complejos aparecen con frecuencia, y también en las obras literarias y filosóficas.

Los griegos fueron los primeros en abordar los complejos en la esfera mitológica; William Shakespeare, en la literatura, así como Segismundo Freud y Carl Gustav Jung, entre otros, en el ámbito del comportamiento humano. También se reconocen los aportes de Benoit Mandelbrot, Ilya Prigogine, René Thom, Humberto Maturana y Edgar Morin, en el pensamiento filosófico.

“La Asociación Estadounidense de Psicología define a los complejos como sistemas de ideas o impulsos relacionados que tienen un tono emocional común y ejercen una influencia fuerte, pero generalmente inconsciente en las actitudes y los comportamientos de las personas”.

Los complejos de Edipo o Electra -de carácter parental- son los más recordados, pero en la modernidad se reconocen otros complejos: el de inferioridad y superioridad; el de persecución y los complejos de culpa y de mártir; de héroes (super machos) y de heroínas (super mujeres) que, curiosamente, se forman en los hogares y se alimentan en los medios audiovisuales.

Los expertos afirman que los complejos se aprenden y reproducen inconscientemente, a través de los mensajes verbales y no verbales -en especial, los no verbales- que comunicamos padres y maestros, mediante una “programación” positiva o negativa conocida como pedagogía invisible o currículo oculto.

En estos escenarios aprendemos y enseñamos a triunfar o perder. Y esas prerrogativas impregnamos a nuestros hijos, antes de nacer, según los especialistas. ¡Es tiempo de revisar nuestros complejos y dejar de culpar a otros sobre nuestras falencias!