El jengibre ha sido considerado históricamente como un producto lleno de beneficios para la salud. Con esta premisa, los maestros europeos idearon una forma de consumir el jengibre reduciendo el impacto de su sabor.

Así nacieron los panes de jengibre y luego las galletas, a las que añadían canela, nuez moscada y clavo de olor, para transformarlas en un dulce. En Inglaterra, la reina Isabel mandaba a hacer galletas con formas humanas, como una forma de honrar a sus huéspedes más importantes.

Los emigrantes europeos llevaron la tradición por todo el continente americano. Hacer el pan de jengibre en familia se volvió parte de la historia de Navidad, pero con la variante de convertir ese pan en casas de jengibre, que se decoran con dulces y mucho glaseado. Ahora en Ecuador también se puede disfrutar de esta tradición, según explicó Aitor González, chef de Pastelería de Swissôtel Quito.

La idea es que todos los miembros de la familia participen la elaboración de la casitas, desde el horneado de las galletas hasta la construcción de la casa y su decoración.
Al inicio, las casas de jengibre estuvieron inspiradas en la del famoso cuento de Hansel y Gretel, pero ahora existen tantos diseños como la imaginación lo permita. Muchos hogares tratan de recrear sus propias viviendas, para convertirlas en espacios mágicos de dulce y color. Lo mejor de estas casas es que pueden durar más de un mes intactas.