Arte y mascotas, para enfrentar el cáncer

Las actividades que alivian la lucha de la modista Mirian Ramos y la terapeuta humanista Carla Moreno
Carla Moreno es psicoterapeuta y vive con sus dos perros llamados Chewei y Akins.Foto: Diego Pallero/ FAMILIA

Carla Moreno es psicoterapeuta y vive con sus dos perros llamados Chewei y Akins.Foto: Diego Pallero/ FAMILIA

10 de marzo de 2020 08:25
Isabel Alarcon

Realizar actividades que generan bienestar o tener un pasatiempo ayudan a enfrentar la fatiga emocional que causa el cáncer. Mirian Ramos y Carla Moreno cuentan sus historias de lucha y perseverancia.

Mirian Ramos es una reconocida modista quiteña. Ha cosido trajes para esposas de expresidentes del Ecuador, para Gloria Gallardo y, junto a su hija -la diseñadora Milú Espinosa- confeccionó un vestido para la ex Miss Universo Amelia Vega.

Desde que se retiró, hace unos 15 años, se ha dedicado a su hogar, a pintar, a preparar chocolates y a ayudarle a su hija cuando la necesita. Hace dos años y medio, la caída de pelo alertó a su endocrinólogo, el Dr. Del Pozo. Tras un eco se confirmaron las sospechas, Mirian tenía un tumor maligno en la tiroides. La operación era urgente.

“Lo tomé con calma. Confiaba en Dios, él sabía lo que tenía que hacer conmigo. Si vivía un poco más o si tenía que llevarme no había problema, porque había vivido lo suficiente”, dice con la tranquilidad de quien tiene todas su deudas saldadas. Sin embargo, poco después, uno de sus tres hijos estuvo muy grave tras accidentarse en un helicóptero.

El  cáncer pasó a segundo plano y solo cuando su hijo empezó a caminar, unos tres meses después del diagnóstico, Mirian programó su operación.

Pintar, visitar a sus hijos, hacer chocolates artesanales con cacao al 80% y coser le ayudaron a sobrellevar las preocupaciones. “Siempre estoy contenta, siempre estoy optimista”, asegura.

Después de la extracción del tumor, tuvo que realizarse una sesión de yodoterapia en Solca. “Es una cosa un poco difícil, porque tiene uno que aislarse, duele mucho la cabeza. Pero gracias a Dios, me sané. No tengo cáncer”, relata. Se siente afortunada porque no tuvo que regresar a la yodoterapia, como fue el caso de otras pacientes que conoció en Solca.

“Lo importante para un enfermo de cáncer es aceptar la realidad y superar los obstáculos con tranquilidad”, dice a manera de consejo.

Los días de Mirian continúan con la alegría que la caracterizan. La moda sigue siendo una de sus pasiones y la sigue viviendo gracias a su hija Milú, quien -aunque su madre asegura que la alumna superó a la maestra hace tiempo- todavía le pide consejo y compañía para pedidos o citas nacionales e internacionales.

Mirian Ramos es modista retirada. En la imagen usa un vestido de su confección. Foto: Patricio Terán/ FAMILIA

Mirian Ramos es modista retirada. En la imagen usa un vestido de su confección. Foto: Patricio Terán/ FAMILIA

Al igual que Mirian, Carla Moreno resalta la importancia de mantener un buen estado de ánimo cuando se lucha contra una enfermedad como el cáncer. En su caso, sus tres perros han sido un apoyo fundamental durante el tratamiento.
En el 2007, Carla fue diagnosticada con cáncer de seno grado dos. Desde allí empezó esta etapa que involucró quimioterapias y la presencia de metástasis. En el 2011 el cáncer desapareció, pero tres años después, la enfermedad volvió. En el 2019 le detectaron metástasis a sus huesos.

Durante todo este proceso, siempre estuvieron presentes sus mascotas. Su perro Godo fue su principal compañero en la primera etapa. Este llegó a la vida de Carla cuando ya llevaba tres años luchando contra el cáncer. “No sé si es mi idea, pero siento que él sabía que yo estaba enferma”, dice esta psicoterapeuta humanista y maestra Reiki.

Godo estaba a su lado cuando recibía los resultados de los exámenes y en ocasiones lloraban juntos a escondidas. Carla recuerda que el animal se ponía triste cuando ella debía hospitalizarse para recibir las quimioterapias y, cuando volvía a su casa después de cuatro días, Godo no se despegaba de su lado. En ocasiones, cree que su mascota absorbió gran parte de su enfermedad. El animal murió a los 12 años con una insuficiencia renal. En ese momento, Carla estaba en la etapa de remisión o libre de cáncer y ayudó a su perro a morir.

En enero del 2019 un nuevo compañero llegó a su hogar. Junto con sus tres hijos, Carla adoptó a un pekinés llamado Chewei y pocos meses después apareció Akins. La llegada de estos dos perros coincidió con el nuevo proceso que enfrenta Carla.

Ambos la acompañan a caminar por el parque en las mañanas y la incentivan a mantenerse activa. Abrazar y besar a Akins se ha convertido en una de sus principales fuentes de energía. “Este perro me transmite algo muy fuerte”, cuenta. Akins fue rescatado de la calle. Cuando lo encontraron, estaba con su pata rota. Ahora ya está saludable y comparte su tiempo entre la terraza y el departamento de Carla.

Para esta psicoterapeuta, la exposición a la naturaleza y el contacto con los animales la han ayudado en esta nueva etapa de su tratamiento. Cuando empezó el primer ciclo de quimioterapia oral, recuerda, pasó el primer mes en cama y terminó con las defensas muy bajas. Al iniciar el segundo ciclo del tratamiento, decidió salir más tiempo con sus mascotas al parque y su cuerpo ahora está más fuerte. Carla está en su tercer ciclo y además continúa ayudando a otras personas con su profesión.

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