La enfermedad como camino

2010-03-26 00:00:00

LA ENFERMEDAD COMO CAMINOLas dolencias físicas están vinculadas a conflictos emocionales no resueltos.Años atrás el libro denominado u00c2La enfermedad como camino' de los autores T. Dethlefsen & R. Dahlke, publicado originalmente en 1983, cayó en las manos del doctor Julio Arias, quien atiende actualmente en los consultorios del Consejo Provincial. En ese momento él trabajaba en el internado rotativo y aún no había cursado su especialización en Homeopatía y Medicina Integrativa. Durante esa etapa como médico interno tenía la oportunidad de dialogar con sus pacientes e iba corroborando las explicaciones del texto que leía acerca del contenido emocional, psíquico y espiritual de las diferentes enfermedades. De esta forma, se inició en una visión diametralmente distinta de la enfermedad.La medicina convencional está acostumbrada a ver la enfermedad en una sola dirección, como causa y efecto. Entonces una gripe es causada por un virus, una amigdalitis por una bacteria y así sucesivamente, todo en función de una causalidad. Por el contrario, esta nueva visión es una forma de entender nuestra parte psicológica y espiritual manifestada a través de distintos síntomas y enfermedades; bajo la premisa de que somos un todo complejo, compuesto de una parte física, la mente y el espíritu. Entonces, al analizar una enfermedad se debe tomar en cuenta esta totalidad. La enfermedad es paradójicamente a lo que podríamos pensar una oportunidad de vida, afirma el homeópata, porque se vuelve un camino para el conocimiento más profundo de uno mismo, para hallar las múltiples causas de esa afección. En la primera parte del libro, los autores dan una detallada explicación de esta filosofía distinta de la enfermedad; en la segunda, se exponen los cuadros clínicos con su simbolismo y su contenido psíquico. Cierto tipo de enfermedades se presentan en un tipo especial de personas, explica el doctor Arias. Por ejemplo, en consulta he visto muchas personas con problemas de artritis y al analizar su vida, podría decir que la gran mayoría tuvo una infancia muy dura. Esa niñez difícil marca y las evidencias están en las articulaciones, agrega. Estas dolencias, que en ciertos casos terminan en una parálisis, tienen que ver con limitación y rigidez. Las afecciones de garganta tienen mucho que ver con el hablar, por ejemplo, si tengo que decir algo y lo evito, entonces estoy más apto para recibir un virus o una bacteria y enfermar. La vesícula biliar tiene que ver con la toma de decisiones. Si no puedo tomar decisiones en mi vida, por falta de libertad o estoy supeditado a otra persona, sufriré un problema de vesícula biliar. Igual sucede con la tan común gastritis, que está vinculada con el tragarse problemas, con no sentirse parte de un entorno. De esta forma, cada órgano del cuerpo y por consiguiente cada enfermedad es una metáfora, o símbolo, de un elemento psicológico, que se manifiesta físicamente en el cuerpo. Y el tratamiento, en este sentido, debe partir de la revisión de los paradigmas y las pautas de comportamiento que nos han acompañado desde niños. El doctor cuenta el caso de una señora que padece escoleosis, rigidez y fuertes dolores de espalda. Al detenerse a pensar qué peso tan grande carga a su espalda, recordó que además de ser maltratada en su niñez, desde los 14 años trabajó para mantener a su familia. Y hoy, 31 años más tarde, aún sigue sintiéndose responsable e incluso culpable por la situación de sus hermanos. Así, sus problemas de salud se relacionan directamente con esa carga emocional.Desde esta visión, la prevención y sanación parten de la comprensión de uno mismo y requieren una responsabilidad sobre la enfermedad (que no es lo mismo que castigarse y victimizarse por estar enfermo). Por tanto hay que aceptarse a uno mismo; no se trata de ser positivo o aparentar felicidad, mucho menos de ser algo que no soy, sino de seguir el viejo y difícil sendero del Conócete a ti mismo. Si me comprendo me libero, me comprendo amándome y me amo aceptándome como soy, afirma Arias. Este comprenderse requiere dejar de mentirse, verse a uno mismo en cada instante de su vida cotidiana y determinar qué acciones tomar para estar mejor, pero sin nuevos disfraces.

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