Santiago Ron mantiene viva su curiosidad

El biólogo, que de niño amaba los animales, creció para dedicarse al estudio de los anfibios, especialmente de las ranas. Allí donde otros temen él disfruta.
Vivir en Ecuador  (por su biodiversidad) es una gran ventaja y un privilegio para Santiago por la  profesión que escogió. Foto: Patricio Terán/FAMILIA

Vivir en Ecuador (por su biodiversidad) es una gran ventaja y un privilegio para Santiago por la profesión que escogió. Foto: Patricio Terán/FAMILIA

13 de febrero de 2023 12:04
Gabriela Balarezo

Es un día de inicios de enero en la Reserva Biológica Huilo Huilo, un área natural protegida, ubicada en medio de Los Andes araucanos y 860 kilómetros al sur de la capital chilena. De pronto, en medio del bosque temperado, se escuchan unos gritos.

Se trata de Santiago Ron, biólogo ecuatoriano, que grita de alegría porque allí -en la hojarasca del bosque- encontró al fin ese tesoro que había deseado ver en vivo y en directo durante tanto tiempo. Y su emoción tiene algo de ese regocijo infantil, del niño que se asombra por las criaturas que descubre en el jardín.

El tesoro es una ranita Darwin. “Fue una cosa maravillosa. Es una especie única y particular. Está en peligro de extinción así que es poco abundante en la naturaleza, no es fácil verle. Pero nosotros tuvimos la fortuna de encontrarle”, menciona el biólogo de la aventura que vivió acompañado de su esposa.

Esa experiencia inolvidable que vivió en Reserva Huilo Huilo fue posible porque un colega chileno le dio las coordenadas exactas para encontrar a la población de ranitas.

El biólogo sostiene un ejemplar de rana espléndida en sus manos. Foto: Patricio Terán/FAMILIA

El biólogo sostiene un ejemplar de rana espléndida en sus manos. Foto: Patricio Terán/FAMILIA

Con el paso de los años Santiago no ha perdido esa ilusión de la niñez. Él, dice, de pequeño sentía fascinación por los animales, plantas y cualquier criatura que se cruzara en su cambio. Y es biólogo porque mantiene viva esa curiosidad infantil. De ahí nace su pasión por la naturaleza y su profesión que demuestra día a día.

Al terminar la secundaria tenía claro qué quería estudiar. Se inscribió a la carrera de Biología en la Universidad Católica y no ha parado desde entonces. Uno de los eventos más significativos en toda su carrera profesional, asegura, ocurrió cuando se fue a vivir durante un año y medio en el Cuyabeno para trabajar en su tesis de licenciatura, enfocada en el estudio de caimanes.

En esa época el Cuyabeno era un lugar recóndito, remoto y prácticamente no había turismo, explica el biólogo. Un sitio “realmente mágico” en donde, además de estudiar a cocodrilos y caimanes, tuvo la oportunidad de convivir muy de cerca con los indígenas sionas que habitan en esa zona. Ese período le marcó y empezó a mostrarle el camino que iba a seguir en los años siguientes.

En la actualidad tiene su propio laboratorio (exclusivamente para el estudio de ranas) en la Universidad Católica, en donde es docente. Foto: Patricio Terán/FAMILIA

En la actualidad tiene su propio laboratorio (exclusivamente para el estudio de ranas) en la Universidad Católica, en donde es docente. Foto: Patricio Terán/FAMILIA

Con la experiencia en el Cuyabeno, en el área de la herpetología, ya se proyectó hacia el trabajo que hace hoy. En la actualidad, se especializa en el estudio de los anfibios y específicamente las ranas. Es algo que desde niño siempre le ha fascinado.

Su formación posterior (de maestría y doctorado) en la Universidad de Kansas, en el equipo de reconocidos herpetólogos, le llevaron a interesarse todavía más por estas especies. De hecho, el tema de su tesis de doctorado es sobre selección sexual de ranas para lo cual estudió a ejemplares del Chocó ecuatoriano.

Allí estuvo (pero en el sector de Mindo) en una de sus últimas salidas de campo. Fue con un grupo de investigadores del Museo de Historia Natural de Londres, que están haciendo un estudio de parásitos en las ranas del Ecuador.

En esas salidas, que son sobre todo nocturnas, Santiago tiene la oportunidad de vivir lo que no muchas personas experimentan: conocer los bosques de noche. En la oscuridad y rodeado de un “bestiario que parece salido de un cuento”, él disfruta y se siente en paz.

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