La música fomenta la creatividad 

El manejo de los instrumentos musicales y la voz en los niños les permite mantener un tiempo de relajación y distracción de sus actividades cotidianas.
José Elías López, de 9 años, toca la batería como método de concentración y distracción. Foto: Darla Arévalo / Familia

José Elías López, de 9 años, toca la batería como método de concentración y distracción. Foto: Darla Arévalo / Familia

1 de junio de 2022 09:59
Darla Arevalo

Es un jueves de mayo por la tarde, el clima no favorece y el tráfico se incrementa cerca de La Vicentina, en el centro-norte de Quito. Sobre la calle Ladrón de Guevara se levanta la academia de música Musikalia, que abrió sus puertas a las 15:00 de ese día, para que los estudiantes ingresaran.

Algunos niños llegan solos, otros acompañados de su madre o hermanos y se disponen a ingresar al lugar. Al entrar, un escenario de gran tamaño con 10 filas de sillas -de adelante hacia atrás- llenan la academia. Las luces están apagadas y todavía hay silencio.

Tras el escenario se ubican tres salones destinados al aprendizaje musical. Alrededor de las 15:30, Raphael Villagómez, de 10 años, ingresa al aula de batería acompañado de su madre, Tatiana González.

El profesor Jorge Medina lo recibe en la puerta de la clase. Al ingresar al lugar, se logra ver una batería plateada situada en el centro, acompañada de un taburete para los niños.

Tras este instrumento musical, en las paredes sobresalen esponjas recubiertas con una tela gris que mantienen el sonido en el interior, este material resguarda el sonido, asegura Medina.

Frente a la batería está un pizarrón con un pentagrama y unas cuantas notas musicales que deben seguir los estudiantes. La clase da inicio. Raphael, junto con su maestro, realiza ejercicios de calentamiento y estiramiento.

Los dos extienden los brazos hacia adelante y los lados, hacen círculos con la cabeza y se aproximan a la batería. Tatiana González se aproxima a tomar su lugar en una silla frente al instrumento musical para disfrutar de la clase.

Ella cuenta que tocar la batería le ayuda a su hijo a mejorar la concentración, pues cuenta que tiene déficit de atención. El niño tomó entre sus manos las baquetas y comenzó a tocar de forma libre, pues su maestro puso en práctica lo que han aprendido en tres meses de clases.

El pequeño sueña con ser un gran baterista y tener su banda musical. En otra de las aulas empezó la clase de piano, a cargo de Camila Rodríguez. Danilo Arroyo, de 8 años, es el primero en llegar.

Él saluda con su maestra y procede a dejar sus pertenencias en un pupitre. Él sueña con dar un recital sobre un escenario cuando aprenda más técnicas.

Antes de empezar, ellos estiran las manos para ponerse a tocar el instrumento que está en la parte central del aula. “Vamos a recordar lo aprendido”, dice Rodríguez, mientras forman una escala (do, re, mi, fa...).

Cerca del Centro Histórico de Quito, otra academia de música abre las puertas a los más pequeños. Sobre las calles Valparaíso y Antepara, cerca del barrio La Tola, Los Palacios del Artista prepara a los estudiantes en música, arte, danza, gastronomía y teatro.

Una de las aulas del piso bajo recibió la visita de tres niñas y un niño que se inscribieron en el taller de armonía musical. Un profesor repasó la diferencia de las notas agudas y graves.

Después del recordatorio, cada uno de los niños entonó la letra de su canción favorita. Ellos quieren convertirse en un grupo musical infantil. F

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