El taller de José Miguel Mantilla, en el valle de Tumbaco, conserva todavía los vestigios del proceso de creación: trozos de tol de diversas formas desperdigados por la mesa, latas de pintura, escuadras, lijas... El artista muestra una pieza que está colgada cerca de la entrada, dos franjas de metal con dobleces sutiles y áreas coloreadas en amarillo, azul, rojo y blanco. Es una de las últimas que se sumará a la exposición montada en la Galería Versátil, de Cumbayá.

‘Juegos combinatorios’ es el nombre de la muestra artística; es el resultado de un proyecto que lleva ocho años rondando su mente. Una idea que se consolidó todavía más en 2020, año que marcó un cambio de rumbo en su carrera profesional.

Durante dos décadas se dedicó a la arquitectura, desde que se graduó a inicios del año 2000, pero la llegada de la pandemia y el confinamiento modificaron el ritmo de su vida y de su profesión. Confiesa que antes, nunca se había planteado dejar su carrera.

“A veces pienso y digo que la arquitectura me dejó a mí. Esa pasión de competir y buscar trabajos en el campo de la arquitectura me abandonó”, asegura Mantilla.
Siempre, desde pequeño, había considerado el arte como algo vital. Algún tiempo antes de replantear su vida había empezado a retomar la actividad artística. Así que fue un proceso orgánica y natural. “Como entrar en una nueva fase en la que el arte se convirtió en mi prioridad creativa”, cuenta.

Mantilla bautiza a la técnica que emplea como “aceroflexia”, como origami pero empleando metal. Foto: Cortesía de Pablo Olalla

Retomar el plan original

Cuando eligió su profesión la veía como “una posibilidad de desarrollo artístico posiblemente con más autonomía y recursos que las artes plásticas”, que le daban un poco más de seguridad para subsistir. Pero sin ser consciente empezó a desviarse del plan original.

Ahora se define como un artista que hace arquitectura. “Sigo haciendo proyectos, pero con mayor libertad, sabiendo que esa no es la única posibilidad de creación”, manifiesta.

Las piezas expuestas como parte de ‘Juegos combinatorios’ son la primera muestra palpable del retorno de Mantilla al campo artístico. Empezó con una exhibición, a inicios de 2021, de 10 ilustraciones de pequeño formato elaboradas con técnicas mixtas: tintas, acuarelas, lápices de colores y marcadores, entre otros.

Después vino una exposición en +ARTE Galería, en diciembre de 2022, y la que está abierta actualmente. Aunque ambas exhibiciones llevan el mismo nombre y tienen la misma esencia, las piezas son diferentes. Mantilla detalla que tuvo bastante éxito porque se vendió gran parte de las esculturas presentadas en la primera muestra y recibió comentarios positivos del medio artístico.

Con el tiempo pasó del papel e ilustraciones a las esculturas, porque era parte de la evolución de su proceso creativo y por el concepto que hay detrás de todo su trabajo artístico. Aunque son piezas sencillas -algunas quizás minimalistas- en donde las formas geométricas priman, el concepto que inspira todas sus creaciones es complejo.

Sus creaciones son personajes: lares, dioses o animales. Foto: Cortesía de Pablo Olalla

Jugar con números, colores y materiales

De hecho, son el resultado de una tesis que lo ha mantenido ocupado por años. A mediados de este mes obtendrá su doctorado en Arte y Arquitectura. Mantilla, que es también profesor universitario e investigador en historia y teoría de la arquitectura, descubrió en 2015 un tema que lo apasionó y que es el origen de su muestra.

Mantilla habla que todo parte de un sistema de medidas alternativo que se creó hace más de 70 años. Se refiere a un estudio realizado por un grupo de artistas franceses, en la Segunda Guerra Mundial, sobre las propiedades combinatorias del número Phi. Como parte de esa investigación realizaron algunas ilustraciones (seis) a las que denominaron juegos de paneles. Al terminar la guerra los artistas se ocuparon de las tareas de reconstrucción de Europa y se olvidaron del estudio.

Con lápiz y compás en mano e inspirado en los franceses, Mantilla dio continuidad a estas investigaciones, descubrió el resto de combinaciones posibles (un total de 70 225), para componer los juegos de paneles, y las dibujó todas. Luego se dio cuenta que tenía más sentido en tres dimensiones y pasó a las esculturas en tol, un material resistente pero que a la vez se dobla. Así en sus creaciones se conjugan la intuición, el talento, la precisión matemática y también el juego. 

Para plegar el material utiliza dobladoras industriales. Foto: Cortesía de Pablo Olalla

Más noticias en: https://www.elcomercio.com/ultima-hora/