Detrás de una escenografía, en forma de biombo, con diseños de casas con ventanas en colores neón están Yolanda Navas y María Estrella. Son el motor humano de unos títeres de ratones que asoman sobre los techos y por las ventanas.

La escena tiene lugar en un pequeño teatro que permanece casi escondido en las entrañas de la Casa de la Cultura en Quito.

Se llama el Teatro del Gallo y es la sede y refugio de la Fundación Titirefué, que comandan Yolanda y María. Madre e hija, dos generaciones de titiriteras unidas por una misma causa. Desde hace 21 años que organizan el Festival Internacional de Títeres con Bombos y Platillos.

El evento se llevará a cabo hasta el 19 de junio y contará con la participación de grupos de Argentina, Colombia, México y España, como país invitado especial.

La idea para poner en marcha el festival está inspirada en el tiempo en el que Yolanda vivió en Europa. Quería trasladar lo que había visto allí a la geografía ecuatoriana y aprovechar la escenografía quiteña.

Mientras vivió en Italia participó en diferentes festivales que, por lo general, se celebran cada primavera o verano. “Llevaban el color y la alegría de los títeres a los centros históricos de las ciudades y pueblos” cuenta la titiritera.

Dice María que la fundación es una organización sin fines de lucro, que tiene el objetivo de llevar “productos artísticos a territorios en donde el acceso a los bienes culturales es escaso, reducido o nulo”. Y el festival tiene también ese mismo
espíritu. El fin último es “a través del arte mejorar la calidad de vida de las poblaciones”, enfatiza María.

Así han viajado casi por todo el territorio. Han pasado por Esmeraldas, Sucumbíos, Tungurahua, El Oro... les quedan pocas provincias sin visitar. La fundación siempre se ha caracterizado por abordar problemáticas sociales y la 21ª edición del festival tiene un enfoque especial: la movilidad humana y la migración.

El mensaje que aspiran a trasmitir es que los migrantes deben ser tratados con dignidad y con respeto.

Para María fue natural dedicarse al espectáculo de títeres, es lo que ha heredado de su padre y de su madre, artistas como ella. Foto: Diego Pallero / Familia

Mientras María y Yolanda hablan, a sus espaldas descansa la escenografía que usarán en el único espectáculo que presentarán durante el evento. María explica que Grupo Titiritainas, fundado en solitario por Yolanda hace décadas, es el brazo artístico de la fundación.

La obra se llama ‘Diente de Leche’ y un grupo de ratones son sus protagonistas. En realidad, la pieza es un ‘remake’ que ha adaptado María del original que creó su madre para ella, cuando se la cayó su primer diente. ‘Diente de Leche 2.0’ -bromea María- es la versión actualizada que ella adaptó ahora para sus hijos.

Títeres Rompekabezas nació hace más o menos 10 años. Marcelo lo creó en solitario inspirado en su padre y tíos, que se dedicaban al arte de los títeres de forma amateur. Esta pasión lo llevó hasta Argentina para especializarse. Su compañera María Belén se sumó después, y llevan ocho años como dúo.

En su caso, y como sucede con Yolanda y María también, Marcelo es prácticamente un todólogo. Hace sus propios títeres, crea la utilería, diseña la escenografía (en el caso de madre e hija tienen un artista que trabaja en esto en ciertas ocasiones), también se encarga de la dramaturgia, de la actuación y de poner en escena el espectáculo.

En la misma línea que la fundación, sus obras tienen contenidos sociales tratados desde la comedia. No es la primera vez que participa en el festival y en esta ocasión presentará dos obras: ‘Embajada de la Alegría’ y ‘El fruto del amor’.