Es un lunes por la mañana y en Torno, ubicado en La Mariscal, ya hay actividades en marcha. Una creadora de una marca de lencería realiza una sesión de fotos en un área iluminada del interior del lugar y las mesas de la cafetería están listas para recibir a los visitantes.

Es un lugar camaleónico, que funciona como centro de creatividad y espacio colaborativo. Y más que eso: acoge talleres, conversatorios, presentaciones de libros y funciona –a veces— como un cine al aire libre. Es también uno de los 13 establecimientos que forman parte de la iniciativa Espacios Híbridos.

Esta característica multifacética de Torno se repite en todos los demás sitios ubicados en La Mariscal, que dan forma y vida a este proyecto.

Otro hilo conductor es que fomentan las actividades culturales o artísticas a la vez que funcionan como otra cosa (restaurante, cafetería, etc.), menciona Daniel Ochoa, al mando de El Cafecito, parte también de esta propuesta.

“Fuimos tomando consciencia de que este tipo de espacios en La Mariscal estaban cada vez más presentes”, dice David Hernández Montesinos, director técnico de la iniciativa urbana Mariscal Sur y quien también es parte de Espacios Híbridos. Son lugares, expresa, muy importantes para la habitabilidad del barrio porque generan “una dinámica urbana viva alejada del cliché de La Mariscal”, asociada a la noche, al entretenimiento, a la farra...

En los exteriores de Torno se organizan habitualmente proyecciones al aire libre. Foto: Carlos Noriega/FAMILIA

Estos establecimientos, además, son referentes de economía creativa y en muchos casos proveen seguridad a su entorno. Cuando hay eventos u obras en el Patio de Comedias, otro espacio híbrido, las calles de las inmediaciones se transforman, cuenta Hernández Montesinos. No hay asaltos ni microtráfico, pero se terminan las funciones y vuelve la inestabilidad.

Este es solo un ejemplo de uno de los resultados que ha tenido la iniciativa a corto plazo. Otro efecto es la cantidad de plazas de trabajo que generan. Porque la cultura, en esta iniciativa, está unida a una dinámica económica creciente: la economía creativa, explica Hernández Montesinos.

Torno se define como un centro de creatividad y funciona como espacio de co-working. Hay tanto oficinas privadas como áreas comunes para trabajar. Foto: Carlos Noriega/FAMILIA

“No es generar actividades culturales por generarlas”, enfatiza. Detrás hay toda una línea económica muy fuerte que da trabajo a artistas, productores, gestores, técnicos, transportistas, diseñadores, entre otros. “Es una cadena enorme”, según el director de Mariscal Sur. Llegaron a calcular que daban trabajo, entre directos e indirectos, a cerca de 400 personas, solo con estos espacios en La Mariscal.

El Cafecito tiene 30 años de historia. Es una cafetería-restaurante que ofrece sesiones de música u otras actividades culturales. Foto: Carlos Noriega/FAMILIA

Otro efecto que se ha visto está reflejado en la facturación de los establecimientos. En el caso particular de El Cafecito por ejemplo. Dice Ochoa que entre el 10% y 15% provenía del hostal que históricamente se ubicaba en el segundo piso de la cafetería. En la actualidad están alcanzado una facturación similar a la de antes de la pandemia pero sin los ingresos que provenían del hostal.

Lo que, para Ochoa, es una evidencia de que estos espacios (como el Cafecito y los demás) han sabido mutar y adaptarse a las nuevas circunstancias mucho más rápido y de una forma más eficiente y productiva que las leyes.

El Útero se define como un espacio y una fundación sociocultural. En sus instalaciones (una casa abandonada remodelada) se llevan a cabo talleres, encuentros, charlas, clases permanentes, entre otros. Foto: Carlos Noriega/FAMILIA

Además, destaca que las zonas donde están ubicados los Espacios Híbridos forman como islas urbanas que están bastante cuidadas y en donde hay escasas problemáticas en las calles. Esto sucede, según el dueño de El Cafecito, porque son emprendimientos que crean valor para el negocio y para el entorno que les rodea. “No es solamente destapar una cerveza y listo”, zanja.

Hernández Montesinos añade que el proyecto tomó forma también porque muchos de los locales tenían un dificultad importante en el tema de licencias de funcionamiento. “No hay una licencia que responda a este tipo de espacios, que permita combinar todas estas actividades en un mismo lugar”, advierte.

El Útero además de la oferta de clases, de danza o de acrobacia aérea por ejemplo, tiene un restaurante de comida vegana y vegetariana llamado Kawá. Foto: Carlos Noriega/FAMILIA

A las autoridades pertinentes les cuesta entender la dinámicas de estos establecimientos camaleónicos. Por lo que la iniciativa surgió, asimismo, para luchar por conseguir que la legalidad administrativa los apoye, respete y valore.

Tres Gatos es una cafetería-librería que tiene una oferta cultural variada como sesiones de micrófonos abiertos (a la literatura). Foto: Carlos Noriega/FAMILIA