El corazón conecta con la cerámica de autor

Además de reivindicar el trabajo manual, algunas ceramistas de la capital se alejan del ‘status quo’ y potencian la creatividad a través de la arcilla.
Andrea, que es diseñadora de productos, hace cerámica desde la universidad. Es algo instintivo en ella y se le da muy fácil. Foto: Patricio Terán/FAMILIA

Andrea, que es diseñadora de productos, hace cerámica desde la universidad. Es algo instintivo en ella y se le da muy fácil. Foto: Patricio Terán/FAMILIA

27 de febrero de 2023 16:36
Gabriela Balarezo

Es una tarde lluviosa de enero, pero el frío apenas se siente en el taller ubicado en Pifo. Carolina Félix, sentada en una de las mesas, alisa, pellizca y retuerce con suavidad hasta transformar un bloque de arcilla en una especie de plato con forma de gallina.

Desde hace algunos años, todas las piezas que crea terminan convertidas en animales: zorros, peces, murciélagos, escarabajos...

A unos metros, Gabriela Abad manipula el torno alfarero con soltura y en cuestión de minutos crea desde cero una taza. Dice que parece fácil, pero que detrás hay años de prueba y error hasta que se consigue dominar la técnica.

Las dos mujeres son las cabezas de Malamadre taller, una de las variadas propuestas de creación en cerámica que hay en Quito. En los últimos años y, sobre todo, a raíz de la pandemia ha resurgido el interés por el trabajo manual y artesanal. Y en el trabajo con arcilla hay cierta tendencia hacia las creaciones de autor.

Carolina Félix y Gabriela Abad crearon un taller en donde comparten con un grupo pequeño  de personas “unidas por la arcilla”. Foto: Diego Pallero/FAMILIA

Carolina Félix y Gabriela Abad crearon un taller en donde comparten con un grupo pequeño de personas “unidas por la arcilla”. Foto: Diego Pallero/FAMILIA

Malamadre taller existe desde hace cerca de seis años. Lo inició Gabriela después de tomar algunas clases de cerámica. “Me apasioné con la arcilla”, comenta. Así que levantó el taller en un adosado a su casa para tener un espacio de creación y donde poder impartir talleres para compartir el oficio.

Carolina se sumó al proyecto hace tres años cuando volvió de Buenos Aires. Ella, además de dedicarse a la cerámica, estudió teatro y es psicóloga. Su especialidad es el moldeado y a las criaturas que ha ido creando las ha bautizado como “inmundos” porque “son de tierra y tienen tierra adentro”.

En Malamadre Taller no usan moldes y que les gusta jugar con pigmentos naturales, óxidos y esmaltes para los acabados finales de sus piezas. Como parte de un estilo propio dejan que se vea en alguna parte el color original de la arcilla.

En Malamadre Taller no usan moldes y que les gusta jugar con pigmentos naturales, óxidos y esmaltes para los acabados finales de sus piezas. Como parte de un estilo propio dejan que se vea en alguna parte el color original de la arcilla. Foto: Diego Pallero/FAMILIA

Vivir el presente

“La cerámica nos ha salvado. Nos mantiene presentes en tiempos de crisis”, dice Gabriela, quien se dedica de lleno al oficio. Además de los talleres y clases que imparten, venden sus piezas y trabajan bajo pedido. Pero aclaran que se trata de una labor totalmente artesanal y que toma su tiempo, por lo que no aceptan pedidos demasiado grandes.

En una línea similar se mueve Andrea Rivera, mejor conocida en redes como @lahierberarivera. A través de su cuenta en Instagram comparte con sus seguidores los detalles de la cerámica creativa y las piezas de autor que crea.

Andrea Rivera ha desarrollado un modo particular de hacer cerámica. Dice que no es habitual hallar piezas con las técnicas y los colores que ella maneja. No quería optar por lo tradicional, sino sacar un producto que juntara las cosas que más ama.

Andrea Rivera ha desarrollado un modo particular de hacer cerámica. Dice que no es habitual hallar piezas con las técnicas y los colores que ella maneja. No quería optar por lo tradicional, sino sacar un producto que juntara las cosas que más ama y transmitir eso. Foto: Patricio Terán/FAMILIA

Andrea, que es diseñadora e ilustradora, encontró en la cerámica la vía para dar trimensionalidad a los dibujos que hacía en papel. En su casa, en donde tiene adecuado su taller, tiene exhibidas algunas de sus creaciones: macetas con rostros de mujer con grandes ojos cerrados y labios prominentes, ahumadores, portavelas con forma de animales, entre otras.

Cada una de sus piezas “tiene una personalidad diferente” y cuenta una historia particular. Andrea señala que moldea a mano las figuras, con todo el trabajo que esto implica, y que también para algunos diseños ha creado moldes. No obstante, es imposible que salgan figuras iguales.

Cuando por cosas de la vida Ana dejó de trabajar pudo volver a sus raíces y encontrarse con sí misma a través de un taller de cerámica. Foto: Cortesía Rubén Ramírez

Cuando por cosas de la vida Ana dejó de trabajar pudo volver a sus raíces y encontrarse con sí misma a través de un taller de cerámica. Foto: Cortesía Rubén Ramírez

Cerámica ilustrada

Como sucede con Andrea, a Ana el amor por la arcilla le ha llevado a montar un pequeño espacio en su casa para trabajar con arcilla. Ella también es diseñadora e ilustradora y, además, ha trabajado en el campo de la publicidad.

Mejor conocida como Ana Manzana, se dedica a hacer cerámica ilustrada. Algunas de sus últimas creaciones estuvieron exhibidas hasta el pasado mes en la galería Versátil. Allí, como cierre de la exhibición, ofreció un taller para compartir sus conocimientos.

Ana Bolaños descubrió la cerámica en 2017 y quiere seguir aprendiendo sobre la arcilla; le gustaría viajar para conocer cómo la trabajan en otros lugares. Elabora macetas, campanas de viento y otras piezas. Siempre busca hacer cosas diferentes

Ana Bolaños descubrió la cerámica en 2017 y quiere seguir aprendiendo sobre la arcilla; le gustaría viajar para conocer cómo la trabajan en otros lugares. Elabora macetas, campanas de viento y otras piezas. Siempre busca hacer cosas diferentes a lo establecido. Foto: Cortesía Rubén Ramírez

Las “criaturas extrañas” de estilo ‘naif’ que da forma a partir de bloques de arcilla le han permitido conectar con sus manos -que dice que son “la extensión creativa de nuestro corazón”- y consigo misma.

Cuenta Ana que empezó a hacer piezas solo para ella y para regalar a la gente que quiere. El recibir comentarios positivos de quienes las recibían le impulsó a pensar en grande y a hacer piezas para vender. Eso sí en lotes pequeños porque “reinvidicar el proceso manual siempre ha estado en mí”, dice

“En general, todos los artesanos y artistas están tratando de reivindicar con fuerza lo que está hecho a mano, todos los procesos que implican...”, indica Ana. Y añade que está muy agradecida con la arcilla porque le ha dado confianza en sí misma y la posibilidad de arriesgarse y experimentar. 

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