Carrasco encontró su pasión en los cuchillos
Carrasco encontró su pasión en los cuchillos
Hace 12 años que Antonio Carrasco empezó una nueva vida. Tenía muchas ganas de hacer las cosas que de verdad le fascinaban y empezó a llenar de ruido el taller que por mucho tiempo mantuvo abandonado.
Carrasco, oriundo de Cuenca, viene de “una familia de artesanos de oficio y profesionales de ocupación”. Dice que su abuelo era abogado pero también tornero.
De manera similar sucedía con su padre y su hermano. Él no es la excepción. “Viví representando el papel de gerente, de ingeniero en Sistemas...porque había que pagar las cuentas”, menciona respecto del tiempo que formó parte de una empresa de software.
Cuando tomó la decisión de dejar atrás esa vida, empezó a formarse casi autodidácticamente como herrero. Su hija Antonella fue quien le impulsó a elegir este oficio que, según Carrasco, está en extinción. “He encontrado solo a dos herreros más, quizás hayan apenas cinco en todo Quito”, lamenta. El afán por construir cosas con fuego, a su parecer, va desapareciendo.
Me siento absolutamente millonario cuando puedo vender uno de mis cuchillos”.
Antonio Carrasco, herrero
En un época en la que se menosprecia y no se valora el trabajo manual, Carrasco optó por atender a esa necesidad que crecía dentro de él: de construir cosas con sus propias manos. Para él no hay satisfacción mayor que esa.
Ese es el origen de Wiwa Knives. Como herrero fabrica diversos tipos de cuchillos a pedido de los clientes y otros diseñados por él mismo. Es una labor que implica tiempo y paciencia. Elaborar uno de sus cuchillos le puede tomar hasta dos semanas, pero él no carga con la presión de la productividad encima.
En su taller en Archidona (Napo), en la Amazonía ecuatoriana, golpea el acero hasta que esté del espesor ideal, luego lo corta, da forma al filo y por último afila el cuchillo.
Señala Carrasco que emplea materiales reciclados. Usa acero de carbono, de hojas de resorte de autos que busca de extremo a extremo, en Quito por ejemplo, y para los mangos reutiliza los saldos de madera que los carpinteros cercanos a su taller le venden o regalan.
La historia que tienen detrás estos cuchillos y el proceso son el sello de calidad. Carrasco asegura que la gente sí valora su trabajo. La mayor parte de sus clientes son de Guayaquil y son, sobre todo, parrilleros tanto profesionales como aficionados.
Entre quienes adquieren sus cuchillos hay conocidos chefs como Carolina Sánchez, Juan José Morán, Cristian Arroba, Tatiana Rodríguez, entre otros. Para él lo importante es que el oficio le llena de vida.
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