Alicia atraviesa el espejo

2016-05-29 05:00:00
Santiago Sarango

ALICIA ATRAVIESA EL ESPEJOLa secuela del universo de fantasía creado por Tim Burton.Por Alejandro Ribadeneira (I)Una nueva película (sí, otra más) revive el interés por u00c2Alicia en el País de las Maravillasu00c2, uno de los textos más estudiados de la literatura inglesa y también uno de los que más ha sufrido interpretaciones, parodias y versiones en prácticamente todas las manifestaciones del arte. Hasta el rock, género rebelde y oscuro, tiene algo de Alicia, no menos contrainsurgente y opaca.Aunque el nombre de Alicia está unido sobre todo al conejo blanco y al espejo, el cineasta Walt Disney se empeñó en unirlo a su marca. Y (casi) lo logró a pesar de que la famosa película de 1951 fue un fracaso en taquilla y en crítica. El mismo Disney, que siempre guardó una fascinación especial por la obra de Lewis Carroll, aceptó que su colorido filme carecía de corazón, sobre todo por lo complejo que resultó convertir a los relatos originales en una cinta familiar. Ese esfuerzo requirió de cinco directores (tres finalmente fueron los acreditados), 13 guionistas y una banda sonora con 16 canciones, sin contar otras ocho no utilizadas, récord que ninguna otra cinta de Disney ha tenido jamás.

Lo curioso es que esa película, tan vapuleada que Disney nunca autorizó un reestreno mientras estuvo vivo, ahora se la considera un clásico de la animación. No tanto por el guion, que terminó eliminando el simbolismo de los personajes, sino por el diseño de las gráficas, creados por Mary Blair con una onda psicodélica que no fue apreciada en los 50 pero sí 20 años después, cuando ya habían triunfado el Yellow Submarine y el movimiento hippie, con un debate sobre el consumo de alucinógenos de fondo.El texto original fue publicado por primera vez en 1865 por un tal Charles Lutwidge Dogson, profesor de matemáticas que colaboraba con publicaciones cómicas bajo el seudónimo de Lewis Carroll. Aunque la leyenda dice que escribió la historia por pedido de una niña llamada Alicia, en un paseo de amigos, el libro terminó siendo un texto para adultos, cargado de fantasía, disparate y absurdos, con incisivas paradojas en contra de la sociedad victoriana y sazonadas con razonamientos lógicos y alusiones a las matemáticas.Alicia simboliza la tensión de pasar de la niñez a la adultez. El Conejo Blanco, siempre neuróticamente preocupado por la puntualidad, representa el servilismo y la sujeción irracional a las reglas. El gato de Chechire y su eterna sonrisa representan la conciencia, aunque muchos creen que a Dios mismo. El Sombrerero y su desopilantes comensales son una burla a la costumbre inglesa de beber té. Y, así, cada personaje y cada escena tienen su simbolismo.Carroll publicó dos libros, u00c2Alicia en el País de las Maravillasu00c2 y u00c2A través del espejo y lo que Alicia encontró ahíu00c2. Disney mezcló ambos libros para su película de 1951, fatal idea que repitió el cineasta Tim Burton para su versión del 2010, con actores reales y saturada de efectos especiales.Esa película es considerada un error por varios factores, entre ellos que Alicia sea una mujer y no una niña, aunque el peor es haber transformado el texto original en una cinta de aventuras para el lucimiento del favorito de Burton, Johnny Depp, quien tampoco es que

brillara tanto. El consuelo: el vestuario y el diseño artístico ganaron un Premio Oscar.Por eso, esta nueva película que se estrena este fin de semana se llama u00c2Alicia a través del espejou00c2, pero es prácticamente una historia inventada por Linda Woolverton, guionista, entre otras obras, de u00c2El Rey Leónu00c2, u00c2Mulánu00c2, u00c2Los Cazafantasmasu00c2 y la misma u00c2Alicia...u00c2, de Burton, que ahora solo es productor y deja la dirección a James Bobbin, cuyo gran mérito anterior ha sidou00c2u0085 resucitar a los Muppets.Brolin mantiene el espectacular diseño de Burton y conduce una típica secuela de Hollywood, con aventuras y escenas para la familia, pero muy alejada de esa Alicia que nos puso a pensar -hace más de 100 años- sobre lo fascinante que sería caer en la madriguera del conejo.

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