Un Dios prohibido: Un acierto del cine católico

2012-08-19 05:00:00
Carla Sandoval

UN DIOS PROHIBIDO: UN ACIERTO DEL CINE CATÓLICOLa película de Pablo Moreno fue galardonada en Roma el 26 de junioEl filme narra el martirio de 51 miembros de la Comunidad Claretiana de Barbastro (Huesca). Se detiene en especial en el aspecto humano y religioso de las personas que participaron en este hecho histórico, resaltando la dimensión universal del triunfo del amor sobre la muerte.La historia se inicia en agosto de 1936, cuando comenzó la Guerra Civil española. 51 miembros de la Comunidad Claretiana de Barbastro (Huesca) fueron martirizados y murieron defendiendo su fe. La película cuenta las últimas semanas de su vida, desde el momento de su detención hasta que finalmente fueron fusilados.Durante los días que pasaron detenidos, escribieron sobre la situación en la cual estaban viviendo junto a sus compañeros de cautiverio y sobre la gente que los vio. Estos escritos se convirtieron en el testimonio básico usado para narrar en una versión cinematográfica los hechos reales vividos por esta comunidad.La cinta detalla los aspectos humano y religioso de los involucrados en este hecho histórico y resalta la dimensión universal del triunfo del amor sobre la muerte. El material utilizado para esta cinta incluye los testimonios escritos dejados por las víctimas.En aquel momento, la Comunidad de Misioneros Claretianos de Barbastro estaba formada por 60 personas: 9 sacerdotes, 12 hermanos y 39 estudiantes. En el cargo de Superior se hallaba el padre Felipe de Jesús Munárriz; era prefecto de los estudiantes el padre Juan Díaz, y encargado de los hermanos misioneros el padre Leoncio Pérez, quien llevaba también la economía de la casa. Entre los estudiantes se encontraban dos argentinos, Pablo Hall y Atilio Parussini, que se libraron del martirio gracias a que eran extranjeros. Esto fue clave para conocer los hechos que allí ocurrieron.La casa de la comunidad claretiana fue asaltada el 20 de julio de 1936 por milicianos revolucionarios. Los tres padres Superior, Prefecto y Ecónomo fueron arrestados. El resto de los claretianos fue trasladado al colegio de los padres escolapios, donde fueron encerrados en el salón de actos.Los estudiantes enfermos Vidaurreta y Falgarona, junto con el anciano Hermano Muñoz, fueron llevados al hospital. Otros cuatro hermanos mayores y el hermano Simón Sánchez fueron trasladados a un asilo de ancianos próximo. El salón de actos de los escolapios sería la cárcel de retención para los claretianos antes de su fusilamiento. Los padres de este centro educativo les ofrecieron en principio colchones y mantas, que a los pocos días fueron requisados. Conservaron el hábito de la comunión diaria mientras pudieron.El padre Ferrer, escolapio, y el hermano Vall, cocinero claretiano, burlando la vigilancia rigurosísima de los milicianos introducían las hostias en el cesto del desayuno.A algunos claretianos, como al padre Masip o a Salvador Pigem, les ofrecieron la libertad como una forma de pagar favores anteriores o porque eran conocidos de los carceleros. Sin embargo, ellos antepusieron la liberación de toda la comunidad a la suya individual y finalmente fueron martirizados.

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