¿Cómo elegir zapatos en la tercera edad?

El calzado apropiado para los adultos mayores debe brindar comodidad
y ajustarse al pie para evitar lesiones y mejorar movilidad autónoma.
Las pantuflas y sandalias se deben evitar en la tercera edad. Este calzado produce mayores lesiones. Foto: Pexels

Las pantuflas y sandalias se deben evitar en la tercera edad. Este calzado produce mayores lesiones. Foto: Pexels

3 de octubre de 2022 10:00
Darla Arevalo

La salud del adulto mayor comprende muchos aspectos, entre ellos el cuidado de los pies con la elección del calzado adecuado. En esta etapa, las personas experimentan mayores cambios físicos en esta zona, por ejemplo la hinchazón que puede afectar al desplazamiento autónomo.

La elección de calzado inapropiado altera los movimientos y las posturas naturales de los pies, lo que provoca lesiones óseas. Además, el uso constante de determinados zapatos llega a dañar los músculos y ligamentos con más frecuencia en personas diagnosticadas con diabetes, osteoartritis y juanetes.

Pamela González, médica especialista en geriatría y gerontología, indica que el mal calzado eleva las posibilidades de las caídas que producen fracturas, lesiones y pérdidas de movilidad. También explica que la salud mental y la parte social de los adultos mayores es afectada por el miedo después de una caída y prefieren disminuir las caminatas en su totalidad y evitar salir del domicilio.

Esto pasa en los pies de los adultos mayores

El envejecimiento produce mayores cambios fisiológicos en esta zona. La debilidad ósea y muscular afecta a la postura en el momento de caminar. Con el paso del tiempo, la piel de los pies se torna reseca, dura y se reduce la capacidad sensorial, es decir, los ancianos tienen una menor sensibilidad que les impide percibir lesiones
con prontitud.

Incluso, estas zonas tienden a aumentar su tamaño. Los pies se hinchan por largas caminatas o la presencia de alguna enfermedad. Con frecuencia los ancianos presentan problemas de circulación sanguínea que facilitan la presencia de úlceras y heridas. La diabetes también altera la salud de los pies.

La enfermedad produce una menor cicatrización de las lesiones. Las plantas de los pies y los talones son más propensos a sufrir heridas. La disminución del colágeno por la edad causa que el soporte natural de los pies se adelgace y se incremente el dolor en el momento de caminar unos cuantos metros.

Elija los zapatos ideales

Los zapatos con soporte alto mejorarán la estabilidad al caminar. Foto de Orliman

Los zapatos con soporte alto mejorarán la estabilidad al caminar. Foto de Orliman

No existe un modelo determinado para la tercera edad. El par de zapatos debe ir de la mano de las necesidades de las personas, por ejemplo, tener en cuenta la autonomía de la persona y las actividades del día.

El calzado deportivo no es la única opción para cuidar los pies. En el mercado se ofertan zapatos ortopédicos como botas o calzado de calle que mejoran la postura al caminar y evitan heridas en los pies.

Los tacones también se pueden usar, pero no deben de superar los cuatro centímetros de alto y no deben ser ajustados en el empeine, planta y talón. Con la llegada de la tercera edad, la búsqueda de la comodidad es el objetivo principal, sin embargo, la geriatra Angélica Lema recomienda evitar calzado deformable como las pantuflas y sandalias, que incrementan la posibilidad de caídas en los adultos mayores.

En el momento de elegir los zapatos, se debe tener en cuenta la calidad. Se deben evitar materiales como el plástico, pues este incrementa el riesgo de rozaduras en los talones y dedos de los pies.

Este elemento no favorece la transpiración de los pies e incrementa la temperatura al interior lo cual puede desembocar en una dermatitis y reacciones alérgicas.
La talla correcta es clave para el zapato adecuado. Un par a la medida prevendrá dolores y brindará comodidad.

El tamaño correcto se verifica cuando al probarse el calzado, los dedos del pie no deben tocar la puntera, el talón debe calzar con la parte posterior del zapato. Es necesario colocarse los dos deportivos u ortopédicos abrochados y dar unos cuantos pasos para verificar la comodidad del material y la flexibilidad al generar movimientos continuos.

A tener en cuenta 

La salud de los pies y el calzado correcto mantendrá activa la salud física y emocional", mencionó Pamela González, geriatra. Foto: Pexels

La salud de los pies y el calzado correcto mantendrá activa la salud física y emocional", mencionó Pamela González, geriatra. Foto: Pexels

El labrado de los zapatos debe ser revisado de forma constante. Después de algunos días de uso se debe verificar el desgaste de la planta. Cuando los zapatos presentan una disminución de la calidad de la suela pueden provocar dolor e inestabilidad al moverse.

La revisión de los pies después del baño es necesaria p
ara diagnosticar lesiones, heridas en la piel y uñas de los pies. Para evitar resequedad en la zona se deben aplicar cremas desde el talón hasta la punta de los dedos con masajes de arriba hacia abajo.

A la presencia de los primeros síntomas de dolor o ante caídas frecuentes, hay que acudir al médico para el chequeo oportuno de las afectaciones en los pies. El doctor tratante evaluará el uso correcto del calzado según las necesidades de los pacientes.

La horma ancha del calzado mejorará la adaptación del pie al momento de caminar al estar bien sujetos a los pies. La suela debe ser antideslizante, alta y rígida para mejorar la estabilidad y postura del pie al caminar por superficies planas o al subir escaleras.

El uso de plantillas es importante para la comodidad del pie. El desgaste de las almohadillas naturales (talón y planta) provoca dolores al caminar o estar de pie. Las plantillas de gel mejoran la postura y se adaptan mejor a la forma del pie.

Los zapatos con cordones, velcro o correas son adecuados para la tercera edad. Este calzado brinda una mayor estabilidad por su agarre completo al pie, además, permite regular las correas según la comodidad.

No es correcto usar los mismos zapatos a diario. La acumulación de sudor y calor en el calzado provoca afecciones como alergias e infecciones por hongos y bacterias. Las uñas también sufren cambios en su estructura y en su grosor. Frente a cualquier molestia hay que visitar al podólogo.

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