Los alimentos fermentados se obtienen a través de un crecimiento controlado de microorganismos como bacterias, levaduras y ciertos hongos. Este tipo de comida ha sido parte de la alimentación de las personas por miles de años debido a su capacidad de preservar los productos y generar sabores únicos y palatables.

En los últimos años, este tipo de alimentos ha ganado popularidad debido a investigaciones que los han relacionado con una mejor salud gastrointestinal. El más conocido es el yogur, que tiene bacterias beneficiosas para la digestión. Otros fermentados son el chucrut (sourkraut), kefir, el pan de masa madre, kimchi, cerveza, entre otros.

Según la organización Gut Microbiota for Health (GMH), la fermentación no solo ofrece un sabor especial, también aumenta los valores nutricionales de ciertos alimentos. “El proceso de fermentación produce vitaminas, antioxidantes y moléculas que pueden disminuir la presión arterial y la inflamación”, explica en un artículo. Otros beneficios específicos están vinculados a la salud intestinal, especialmente aquellos alimentos que contienen microorganismos vivos.

En el intestino de las personas viven bacterias que se denominan flora o microbiota intestinal que, en su gran mayoría, no son dañinas para la salud. De hecho, la mayoría son beneficiosas para las funciones metabólicas, fisiológicas e inmunes. Por tanto, mantener esta flora en equilibrio ayuda a cuidar el bienestar del organismo.

“Aunque los microorganismos vivos que se encuentran en los alimentos fermentados suelen pasar por el intestino rápidamente, cuando se consumen de forma regular pueden influenciar la microbiota superando así los microorganismos indeseables. De hecho, algunas investigaciones y estudios clínicos han mostrado que la ingesta regular de productos lácteos fermentados como el yogur disminuye las posibilidades de tener cáncer de colon.