Obras de arte para degustar en la cena de la pasión
Obras de arte para degustar en la cena de la pasión
Por Gabriela Ochoa
Este San Valentín puedes sentir mucho más que amor, gracias a la gastronomía. Para esta ocasión especial, la experiencia va más allá de los buenos sabores y puede ir acompañada de la dinámica de “los ojos cubiertos”.
Ese es el seductor juego que propone Juan Sebastián Gallardo, chef de Zero Lab Restaurant, en el norte de Quito.
En el sitio, el menú se compone de cinco tiempos, pero la propuesta se completa con el placer de que la pareja te haga probar los platillos mientras tú tienes los ojos vendados. Para el primer tiempo propone un rollo tempura con salmón, atún, aguacate y plátano maduro.
‘In love pork tenderloin’ es el nombre del segundo tiempo, que consiste en un lomo fino de cerdo con una “salsa apasionada” con un toque de maracuyá, la fruta de la pasión.
El tercer tiempo trata de ‘cebiche a la antigua’, que incluye cuatro tipos de cebiche.
Para este momento, la dinámica de los ojos vendados sugiere cubrir la visión de los integrantes de la pareja y jugar con los sabores de las opciones presentadas.
Para el cuarto tiempo, pueden optar por carne de res o pescado y este plato se servirá completamente cubierto. Cuando la pareja lo decida, se destapará y se podrá apreciar la mixtura de colores en la decoración, así como el aroma, elementos fundamentales para enamorar el paladar.
El postre es el perfecto detalle de San Valentín para una pareja enamorada y viene en una caja especial con detalles propios de Zero Lab Restaurante y cuatro de sus dulces estrella. Gallardo recalca que la experiencia de la velada de San Valentín puede ser un encuentro diferente, donde se pierda la noción del tiempo y la pareja se deje atender.
Otra excelente opción para gozar la cena de San Valentín es un menú de degustación. Estas pequeñas dosis de comida ofrecen variedad de sabores y fusionan recetas y productos locales con técnicas modernas.
El Hotel Casa Gangotena, en el Centro Histórico de la capital, brinda una gastronomía mestiza de vanguardia. Su chef, José Tamayo, explica que esta propuesta es una “orquesta de sabores, con toques altos y bajos”.
La degustación se inicia con un cebiche ahumado, una mezcla de recetas tradicionales con un toque de sabores nuevos. Contiene camarones macerados con mantequilla tostada, aromatizada con semillas de haba tonka, combinada con una salsa de sandía y frutilla.
Le sigue un sabor más fuerte: la pangora. Este mezcla el sabor dulzón del cangrejo con una vinagreta de aceite de huacatay y maracuyá, servido sobre una base de hojaldre. El tercer plato tiene atún rojo ecuatoriano sellado en aceite de coco, con una costra de migas de chulpi, acompañado de espinaca salteada con naranja y puré de plátano verde con naranja.
La pesca, como cuarto plato, trata de un lenguado servido con una crema de cilantro y acompañado de puré de yuca frita, queso manaba, salprieta, con polvo de chifle y tinta de calamar. El resultado: una verdadera obra de arte comestible.
La atención continúa con un plato complejo por la técnica de más de 12 horas que se aplicó para lograr un crocante único en el pollo asado. Se sirve con una salsa con toques de sabor a grosellas y girasoles, una costra de cilantro, nibs de cacao y tomillo.
Antes del postre se ofrece un bife nacional, con una salsa de trufa, mousse de hongos y caviar de balsámico. La degustación termina con un dulce que combina chirimoya, chocolate blanco y almendras tostadas. “Inventamos nuevos sabores ecuatorianos, jugamos con nuestros productos y creamos platillos para experiencias únicas”, comenta Tamayo.
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