Enamorarse puede ser una de las emociones más hermosas que existen. Sentir que las mariposas recorren el estómago cada vez que vemos a la persona amada es maravilloso.

Más aún cuando esto se siente por primera vez, algo que por lo general ocurre cuando se está en la adolescencia, época en la que las emociones están a flor de piel.

“Es normal que suceda a partir de los 12 o 13 años, porque es parte del proceso de crecer. La atracción es natural y se siente cuando las hormonas empiezan a despertarse, durante la adolescencia. Lo importante es que cuando esto ocurra exista la confianza suficiente entre padres e hijos para hablar del tema”, explicó la psicóloga María Victoria Hernández.

En ese sentido es necesario que, cuando esto ocurra, los padres no reaccionen mal sobre el asunto. No hay nada más contraproducente que prohibirles o cerrarse a la idea de que un chico les guste.

“Hay que fomentar la confianza y que los hijos no los vean como enemigos, sino que les proporcionen el apoyo necesario para entender la etapa que están pasando. Los hijos luego, por temor, no les cuentan a los padres y llega la desorientación sobre el tema”, señaló Hernández.

Además, hay que entender que muchas de las atracciones se quedan en amores platónicos que no necesariamente llegan a convertirse en relaciones. Pero esto permitirá mantener un primer acercamiento hacia las emociones de los menores. Así, si su hijo le dice que le interesa alguien, debe escucharlo y preguntarle por qué le gusta, qué cualidades son las que le despiertan esa atracción.

Con esta información podrá conocer más de su hijo y guiarlo para que en el futuro sea selectivo con las parejas que elija.

Si se adopta una actitud cerrada, los chicos buscarán igual la forma de ver a la persona que les gusta y esto provocará problemas en el hogar. Se pueden escapar o mentir para poder estar con esa persona.

Cuando alguien se enamora se distrae fácilmente, esto implica que no hará las cosas como debe, se equivocará más fácilmente o no cumplirá con sus obligaciones. Pero cuando estas sensaciones llegan a temprana edad puede provocar una desmejora en la parte académica, por ejemplo.

Si esto pasa, los padres deben hablar con los hijos y explicarles que la responsabilidad está por sobre todo y que, mientras más pronto y bien hagan sus tareas, más rápido podrán dedicar su tiempo a otras actividades, como hablar con su enamorado o salir juntos a hacer algo. El diálogo es lo central en este proceso.