Una vida sin violencia es uno de los derechos fundamentales de los niños, niñas y adolescentes. Pero pese a tener protecciones estructurales, los casos de maltrato y abuso infantil siguen siendo pan de cada día.

En el Ecuador, el abuso sexual es uno de los temas más preocupantes. En los últimos años se han conocido casos espeluznantes. ‘Norma’, una niña de 13 años, fue violada por su padre constantemente y como resultado quedó embarazada. ‘Lucas’, más conocido como ‘El Principito’, también fue abusado por un profesor en su colegio.

Entre el 2010 y 2011, más de 40 niños fueron abusados sexualmente en su aula de clases. La historia conmocionó a la ciudadanía y motivó la creación de la Comisión Aampetra por la Asamblea Nacional, para investigar los casos de violencia sexual en los establecimientos educativos. En su informe final se detectaron agresiones sexuales contra 8 584 menores.

Precisamente uno de los temas que se ha discutido es que los actos violentos se generan principalmente dentro del círcu­lo en que se desenvuelven los chicos: en casa, en el colegio o con conocidos o amigos de los padres.

Por ello se realizó una alianza entre dos organizaciones privadas que buscan brindar más protecciones a los niños a través de la educación.

Se trata de un programa educativo que está dirigido a docentes y profesionales de la salud, para que puedan no solo identificar cuando un menor es víctima de violencia -sexual o de cualquier tipo- sino también prevenir estos casos.

Paulina Ponce, directora de la Fundación Azulado, explica que este programa consiste en la preparación del personal docente (maestros, administrativos y psicólogos) para que a través de métodos didácticos puedan conocer si los chicos han sido víctimas de abuso y también ayudarles a ellos a conocer cuáles son los acercamientos inofensivos y cuáles no se deben permitir.

Hasta el momento, en total 28 000 estudiantes ya se ha beneficiado del programa gracias a la formación de 750 maestros a través de un aula virtual. “Vimos que los maestros tienen terror a tratar estos temas en sus clases, porque temen ser mal entendidos o piensan que se trata de una educación sexual y no es así. Es un método preventivo”, señala Verónica Jiménez, directora académica de la plataforma Poliestudios.

El kit Mi Escudo es un conjunto de 12 actividades dirigidas a chicos de 3 a 12 años de edad, que se realizan en las aulas. El estudio de este programa se publicó en la revista científica Child Abuse and Neglect.

Uno de los parámetros que se trabaja es la autoestima. “Se ha comprobado que los agresores buscan acabar con la autoestima de los chicos y buscan también niños con baja autoestima para convertirlos en víctimas”, señala Ponce. Por ello el kit busca empoderar a los estudiantes para que tengan seguridad en sí mismos.

También se trabaja en los límites. A través de los sentidos se invita a los estudiantes a reconocer acercamientos que son incómodos y que no pueden aceptar. Asimismo, se les invita a crear un círculo de seguridad con personas de confianza con las que puedan hablar de temas difíciles y los protegerán. “Alguien de confianza es alguien que te cree, que te quiere y te cuida”, comenta Ponce.

Otra de las herramientas del programa es una caja con muñecos sexuados. Estos ‘juguetes’ cuentan con todas las partes del cuerpo, incluidos los genitales. Investigaciones previas han señalado que los niños víctimas de abuso sexual somatizan a través del juego. Estos muñecos tienen la función de ayudar a identificar el abuso sufrido por los menores para poder pedir ayuda.

Con la información obtenida de las sesiones con los niños, el personal docente puede actuar para proteger la integridad de los chicos a través de la denuncia. El programa de preparación para los profesores se realiza completamente a través de Internet y las herramientas didácticas para el trabajo en clase llegan por correo al domicilio del docente.