La vida actual hace que sea cada vez más complicado compartir tiempo en familia. Sentarse a cenar juntos es, aunque parezca irrelevante, algo muy importante en el desarrollo de los niños y adolescentes, según una investigación publicada en Psychology Today. 

La razón es que los rituales son importantes y más aún para los niños. "Nos hacen sentir que somos parte de algo. Nos dan un sentido de estabilidad y confort. Nos ayudan a sobrellevar los buenos y malos momentos", escribe la doctora Julie Linker en este estudio. 

La comida familiar es uno de estos rituales valiosos que se deberían mantener en el hogar. Si bien no siempre se podrá cumplir, los psicólogos recomiendan intentar coincidir al menos unas cuantas noches en la semana.

"Además de cumplir con la función de nutrir, las cenas familiares ofrecen oportunidades de aprendizaje", destaca la investigación. Para los padres es una ocasión de conocer lo que piensan los hijos, lo que sucede en su día a día  y los posibles problemas que puedan tener. 

Otra ventaja es que los niños aprenden habilidades sociales y modales en la mesa. Estas serán de gran ayuda para las interacciones que tendrán en el futuro. Asimismo es un buen momento para enseñarles sobre las responsabilidades y las tareas del hogar. Se puede pedir a los chicos que pongan la mesa o que lleven los platos a la cocina. 

Consejos

Este momento debe estar libre de dispositivos móviles. Tanto padres como hijos deben comprometerse a participar activamente de la cena familiar. 

Evite las conversaciones difíciles o los regaños en la hora de comer. Esto ayudará a que la experiencia sea positiva y a que los niños y adolescentes no la rechacen. 

Si es imposible tener cenas familiares todos los días busque alternativas para pasar tiempo de calidad juntos. Una opción es tener una noche de juegos cada semana o una mañana en la que todos desayunan juntos.