Vivir en pareja es una decisión importante porque implica un compromiso que incluye la planificación de un futuro en conjunto. 

Esta decisión, más allá de ser un tema romántico, también tiene ciertas implicaciones prácticas que se deben tomar en cuenta antes de dar el gran paso. Una es la definición de las finanzas de la pareja, que incluye el lugar en dónde vivir, cómo se manejarán los sueldos de ambos, la transparencia en el uso del dinero, la realización de un presupuesto, entre otros vitales asuntos. Al vivir juntos se puede establecer un ahorro grande porque solo deberán pagar un arriendo, un consumo de luz, de agua y de Internet.

Según un estudio del portal Properati, “arrendar dos suites, es decir vivir por separado, resulta la opción más cara. Pero si se busca más espacio y comodidad, vivir juntos puede ser la opción más rentable. Esto, porque dependiendo de la ciudad, la convivencia en pareja significa guardar un monto entre USD 396 hasta USD 618”.

Así, incluso se puede aspirar a rentar un espacio más grande, porque esto es más económico que el de un suite.

Sobre los pagos de servicios existen tres alternativas: la primera es hacer un fondo común, donde cada uno pone una parte de su salario; otra es que se dividan los gastos cada mes: uno tú, otro yo, y la última es que se compartan las finanzas.
El manejo del dinero es uno de los mayores causantes de estrés de las parejas. Porque si no se lo lleva con cuidado y en función del hogar que se está construyendo, generará problemas en el día a día.

Una encuesta de SoFi, que provee créditos estudiantiles en EE.UU., dice que el 21% de las personas de entre 25 y 35 años piensa que las deudas son el mayor motivo de la ruptura de parejas. Por ello, cerca del 5% de las personas mantiene en secreto ciertas cuestiones económicas propias.

Este tipo de comportamientos pueden ser perjudiciales para la pareja por la pérdida de confianza y por la creación de desbalances financieros.

Por ello, un estudio realizado por Wakefield Research determinó que tres de cada cuatro estadounidenses en una relación amorosa prefieren un compañero que tenga un buen ingreso financiero a alguien que sea atractivo físicamente. Esto implica que para que la relación funcione se debe llevar una economía responsable pero, sobre todo, ser transparente con la pareja. De esta forma se podrá llegar a acuerdos para solventar cualquier problema que aparezca.

Si uno de los dos siente que es el único responsable de las finanzas del hogar, es innegable que llegarán los conflictos. Para evitarlo, es necesario que se conozca en detalle todos los gastos mensuales que se tienen. Así se podrá establecer un presupuesto mensual con todos los gastos fijos y otro con los variables. Si estos se dividen entre dos será más sencillo sobrellevarlos. La clave está en pensar en función de un hogar.