Es probable que todos conozcamos a esa pareja que va y viene, que se pelea y se reconcilia cada cierto tiempo. Una dinámica, que, más allá de la anécdota, tiene un trasfondo muy profundo. Este patrón conforma lo que se conoce como una relación ‘boomerang’ o intermitente.

De entrada, la psicóloga Josseline Chauez —especializada en dependencias emocionales y apegos— advierte que se trata de parejas que no tienen futuro o que no llegan a ninguna parte. En otras palabras, prácticamente se encuentran en un constante punto muerto.

Los involucrados se niegan a aceptar que la relación no funciona. “Se resisten y hacen todo lo que está en sus manos para continuar”, detalla la especialista. Aunque el término ‘boomerang’ es relativamente nuevo, es un ámbito de las parejas que se ha venido estudiando por años.

Las relaciones intermitentes “siguen la misma línea de las dependencias emocionales y las adicciones afectivas”, señala Chauez. Una característica de este tipo de unión es la incapacidad de dejarse, porque intervienen apegos que son mutuos.

Conflictos no resueltos

Es común pensar que estas relaciones, también llamadas parejas ‘on-y-off’, son típicas entre adolescentes que terminan y vuelven. Pero la psicóloga dice que es algo más propio de las relaciones adultas aparentemente más instauradas.

La dinámica entre ellos simplemente no funciona y no se ajustan, aunque quieran. Es como intentar poner una pieza de rompecabezas en un lugar en el que no calza.

La razón detrás de esta incompatibilidad, devela Chauez, son conflictos que surgen entre ellos y que no tienen solución. Por ejemplo, uno de ellos no quiere tener hijos y el otro sí; con el paso del tiempo, cada uno piensa que el otro va a cambiar de opinión, cuando no es así.

Según la psicóloga Anita Rodríguez, se trata de parejas con un historial lleno de conflictos y desacuerdos. Los integrantes de esta relación tienen valores, creencias y crianzas distintas que refuerzan esta cualidad intermitente, explica la experta.

¿Por qué sucede?

Para Rodríguez hay tres factores claves que influyen en que las dos personas implicadas caigan este tipo de relación. Uno de ellos es el nivel de autonomía e individualización que tienen las personas.

Esto se entiende como un recurso funcional y saludable de cualquier ser humano. Si esa parte no se desarrolló bien a lo largo de los años, asumimos una posición de sumisión para ser aceptados y queridos en nuestro entorno. Esto, trasladado al ámbito de la pareja, provoca inestabilidad.

Otro aspecto implicado en una relación ‘boomerang’ es lo que la especialista describe como forjar un adulto sano (a nivel mental). “Si nuestro adulto no está tan sano, si todavía hay cosas por mejorar de nuestro día a día, somos más propensos a caer en estas situaciones de ‘boomerang’. Esto va de la mano de nuestra autovaloración. Son cuestiones que se relacionan con la crianza que nos brindaron nuestros padres”, señala la experta al respecto.

En suma, se trata de relaciones que entran en la categoría de lo que popularmente se conoce como uniones tóxicas, en la que los integrantes producen daños y menosprecios mutuos. A la larga, esto afecta a la salud emocional del individuo.

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