En los últimos años, a los problemas habituales que se enfrentan los integrantes de una pareja se suma un nuevo factor que puede enredar la ecuación. Aunque los avances tecnológicos trajeron ventajas, sobre todo para quienes debían acortar distancias, también incorporaron un elemento que no necesariamente es beneficioso: las redes sociales.

Hay expertos en terapia de pareja que hablan del uso (especialmente cuando se trata abuso) de estas plataformas como un “arma de doble filo” o un “tercero de la discordia” en las relaciones.

Para la mayoría de usuarios -tengan pareja o no-, las redes sociales son territorios propicios para los malos entendidos, en el ámbito de las relaciones amorosas lo son aún más. Un ‘like’ puede significar algo que no es y un comentario, en apariencia inocente, tiene el poder de desbaratar hasta la unión más sólida.

Un problema que crece

El uso excesivo de redes sociales no es algo aislado. La interacción en estos espacios se ha vuelto más intensa en los últimos años. De hecho, Latinoamérica sigue siendo la región que más minutos al día utiliza estas plataformas. Según una investigación de Global Web Index (2019), la media de tiempo diario de interacciones en redes es de 212 minutos.

Estos elementos tecnológicos no son malos para una relación en sí. Los implicados son quienes deciden cómo se interactúa con ellos y cómo dejan que afecte o no a su noviazgo o matrimonio. Así lo explica la psicóloga Ester Fernández.

La experta añade que “desafortunadamente muchas personas apenas se detienen a pensar hasta qué punto el uso constante de relaciones sociales daña a sus relaciones más importantes hasta el punto de contribuir a desestabilizar la unión o provocar una crisis”.

Para la psicóloga y terapeuta de pareja Paola González, las redes sociales son
necesarias y habituales a nivel cultural, pero se pueden tornar en un riesgo cuando no existen límites en la comunicación con los otros. Es decir, cuando el fin del uso de estas plataformas no está claro para los miembros de la pareja.

Establecer límites

“Tampoco deberían ser un riesgo, porque son herramientas útiles”, aclara la especialista. Es el “mal uso” -comunicarse indiscriminadamente o generar redes con personas conocidas o desconocidas sin existir un acuerdo previo con la pareja- lo que hace a cada uno interpretar desde su percepción.

En este contexto surgen sentimientos de desconfianza e inseguridad frente a lo que el otro está haciendo en sus espacios personales, en este caso las redes. Por esta razón, detalla González, es muy necesario hablar claramente respecto al uso que cada miembro de la relación hace en estas plataformas. Y también establecer acuerdos y normativas.

Cuando se trata del tiempo en redes, la línea entre lo correcto y lo incorrecto es muy delgada y algunos no se dan cuenta que la cruzaron hasta que surgen los inconvenientes. Fernández especifica que además de dañar la confianza hace que disminuya la percepción de que se respeta al otro.

“Ver cómo nuestra pareja parece prestarle más atención al celular que a nosotros es una experiencia que resulta tan molesta”, dice la experta. Por su parte, González comenta que cada vez es más común que cada uno se vaya a la cama con el celular en mano y que, ese espacio, que antes era de intimidad o para compartir, se vaya perdiendo y, con ello, la comunicación asertiva.

Estudio enfocado en parejas jóvenes

Contexto. El sociólogo ecuatoriano Amaru Minango realizó una investigación sobre la influencia de las redes sociales en las relaciones de parejas jóvenes. Para lo cual entrevistó a universitarios de entre 17 y 26 años.

Resultados. Para la mayoría de los jóvenes entrevistados las redes sociales, sobre todo WhatsApp, se han convertido en una parte sustancial de la comunicación con su pareja, como un complemento de los momentos cara a cara.

Interacciones. Cada vez más relaciones de pareja en jóvenes tienden a funcionar en espacios virtuales, según el sociólogo, debido a la barrera del tiempo y espacio físico, que les impide el contacto en persona.

Problemas.  Si bien suelen ser un apoyo para el desarrollo de la relación, muchas veces las redes también se convierten en motivos de discusión por no justificar una desconexión bajo motivos de desinterés.

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