Practicar sexo en el agua tiene limitaciones

El mar, una bañera o piscina pueden ser escenarios óptimos para salir de la rutina erótica, pero existen consideraciones para evitar riesgos
Tener relaciones sexuales en una piscina es tentador, pero puede incrementar la posibilidad de  contraer una infección bacteriana. Foto: Pexels

Tener relaciones sexuales en una piscina es tentador, pero puede incrementar la posibilidad de contraer una infección bacteriana. Foto: Pexels

8 de agosto de 2022 08:00
Gabriela Balarezo

Puede ser una forma de salir de la rutina, de cambiar de escenario para potenciar tanto el deseo sexual como el disfrute. Además, el calor es un ingrediente que suma al erotismo. En época de verano o de vacaciones el sol pega más fuerte. Las temperaturas se elevan y aumenta la testosterona en hombres y en mujeres.

Con la libido encendida y teniendo el mar o una piscina a disposición, las parejas aprovechan para cumplir fantasías o explorar nuevos territorios en el ámbito sexual.

“Pueden ser muy eróticas e interesantes las fantasías con el agua, pero en la vida práctica y real hay que tener ciertos cuidados porque no todo surge como uno se lo imagina”, señala el sexólogo, Germánico Zambrano. No es lo mismo los juegos eróticos que se puedan dar en el mar que los que se realicen en una piscina o en un hidromasaje, por ejemplo, menciona el experto.

A veces se trata de detalles que pueden pasar desapercibidos, pero que son importantes, más que para asegurar el disfrute, para evitar riesgos o peligros.

Zambrano indica que, si el acto sexual tiene lugar en una tina o ducha, estas deberían contar con superficies antideslizantes para disminuir la probabilidad de accidentes.

Dice la sexóloga, Ana Pérez, que el sexo en el agua puede traducirse en una “auténtica sensación de placer extremo” para algunas parejas. No obstante, es una práctica que tiene tanto beneficios como desventajas.

El medio acuático tiene el poder de transformar una relación sexual en un encuentro salvaje al parecer de la experta. Además de que es una oportunidad perfecta para que cada uno pueda explorar su sexualidad individual. Hay algo en el agua, en la humedad que vuelven muy interesante al acto, según Zambrano. El juego que se desencadena, más el jabón y la espuma (si sucede en una bañera) sí incrementan la satisfacción y la motivación, asegura.

Más que desventajas, Zambrano cree que hay ciertas consideraciones que pueden ser útiles para quienes se atreven a probar esta experiencia. En el caso del preservativo, este debe ser colocado fuera del agua. Tienen que ser unos especiales para el medio acuático, dice el especialista. Que tienen lubricantes externos solubles en el agua que disminuyen la posibilidad de irritación. Existen, asimismo, lubricantes en base de silicona que son resistentes al agua y duraderos.

Pérez explica que la fricción de las paredes de la vagina será mayor (en el medio acuático) y puede provocar dolor si no hay una lubricación suficiente. Esto porque el agua, del mar o de la piscina, no permite mantener una lubricación natural en la zona que, normalmente, produce la excitación. De igual forma, la sexóloga advierte que las parejas deben entender que el medio acuático puede llegar a limitar la práctica de ciertas posiciones sexuales.

Es importante tener en cuenta que las relaciones sexuales no se limitan únicamente al coito o a la penetración. Incluyen también a la masturbación, al llamado juego previo, entre otros. Con este preámbulo en mente, Zambrano sugiere reservar el momento de la penetración como tal para un lugar más cómodo (fuera del agua) como continuación o culmen del juego erótico ya iniciado en el medio acuático.

Aunque el sexo en el agua no aumenta el riesgo de enfermedades de transmisión sexual, sí aumenta las posibilidades de contraer infecciones bacterianas. Sobre todo, en lugares en el mar o en piscinas.

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