La limerencia y la obsesión por ser amados

Este ha sido llamado el mal del amor, porque se genera por el temor a no ser correspondido por la pareja o por la persona que le gusta
En la limerencia, la persona que la padece tiene pensamientos intrusivos con el ser amado, su bienestar y el deseo de correspondencia. Foto: Pixabay

En la limerencia, la persona que la padece tiene pensamientos intrusivos con el ser amado, su bienestar y el deseo de correspondencia. Foto: Pixabay

26 de febrero de 2020 15:29
Nancy Verdezoto

Vivimos en un mundo romántico. Se nos ha vendido la idea de que todos debemos tener una pareja que nos acompañe ‘hasta que la muerte nos separe’, porque lo contrario significará que somos unos ‘fracasados’.

Vivir siempre buscando a la pareja ideal genera presión, que puede desarrollar un trastorno psicológico llamado limerancia, que es conocida como la enfermedad del amor y afecta de forma inconsciente a las personas. Es el resultado de una atracción romántica hacia alguien de quien se siente una necesidad obsesiva de ser correspondido.

Existen algunos factores que influyen en que este trastorno se produzca. En primer lugar, puede provenir de una o varias experiencias positivas y satisfactorias junto a esa persona amada, también puede aparecer luego de un distanciamiento de ella.

Cuando se produce una separación, quien tiene este mal llegará a idealizar a la otra persona totalmente tanto en la belleza física como en el futuro juntos y en mantener un estado de pensamientos invasivos continuos sobre la posibilidad de llevar a cabo una relación exitosa y llena de felicidad. Incluso si la relación se terminó.

Para algunos psicólogos, las causas de esta conducta pueden encontrarse en la infancia. Así, los niños que fueron abandonos o que vivieron situaciones que afectaron a su autoestima, cuando se conviertan en adultos buscarán de manera ansiosa ser queridos y correspondidos, lo que desembocará en una obsesión.

Para padecer limerencia no necesariamente se necesita estar cerca de la otra persona, puede producir se también con los amores platónicos. Sin embargo, en la mayoría de casos, este trastorno se produce con la pareja.

Es decir, quien la padece buscará por todos los medios que su compañero no lo abandone y que lo ame por sobre todo y todos; que le dedique su tiempo exclusivamente a él.

Este trastorno fue bautizado como limerencia por la psicóloga estadounidense Dorothy Tennov. Ella estudió este tema y luego publicó sus resultados en su libro ‘Amor y limerencia: la experiencia de estar enamorado’ (Love and Limerence: The Experience of Being in Love), en 1979.

Según Óscar Castillero, psicólogo en Psicología y Mente, en la limerencia, la persona que la padece tiene pensamientos “intrusivos con el ser amado, su bienestar y el deseo de correspondencia que ocupan un tiempo considerable de su día a día y que hace que la persona ignore cualquier otra preocupación de su vida”.

Esto evidenciará inseguridad, que acabará causando conflictos. “La inseguridad puede hacerse visible tanto en actitudes de celos y desconfianza, como en la necesidad de que el otro retroalimente constantemente quién es y llene los vacíos emocionales presentes”, señaló la psicóloga clínica Carolina Espinosa.

Esta falta de confianza en sí mismo devela un miedo muy intenso al rechazo. Suele idealizarse a la persona objeto de deseo, esto puede provocar reacciones extremas cuando la otra persona no actúa como se espera o si no ‘demuestra’ todo lo que siente.

Las personas que padecen este trastorno realizan acciones para llamar la atención, mantener un contacto constante y un control de la pareja. Cualquier pequeña señal es motivo de acción por la parte de la persona limerente y puede desembocar, en casos muy extremos, en manipulación y acoso. De hecho, las personas que sufren esta obsesión desean el bienestar de la otra persona por encima de todo, aunque pueden llegar a poner la suya propia (el hecho de estar juntos) por encima de su voluntad.

Este ‘enamoramiento’ con características obsesivas tiene una duración de años o incluso décadas. Y muchas veces produce síntomas similares a los que se viven en el enamoramiento, como taquicardia y palpitaciones, temblores, dilatación de las pupilas, sudoración, enrojecimiento facial, pérdida del apetito, tartamudeo y agitación.

No obstante, no se puede comparar con un enamoramiento real ni con sentir amor. De hecho, algunos psicólogos llaman a la limerencia como la enfermedad de quienes ‘no se dejan amar’, porque pasan enamoradas y no construyen una relación real, y es posible que existan altibajos.

No es fácil darse cuenta de que se padece este trastorno, porque para ellos sus actitudes solo demuestran amor

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