Hay mujeres que prefieren a los hombres que tienen el cabello rubio, a otras les gustan solo aquellos que tienen ojos de color oscuro. En el momento de encontrar pareja o en lo que se refiere a las leyes de la atracción existen muchas variables que influyen.

Se han escuchado incluso casos de mujeres que tienen un detallado ‘checklist’ de atributos que los hombres deben completar. Unos más peculiares que otros. Pamela tiene 31 años y dice abiertamente que prefiere a los hombres que tienen barba. Dice que quienes tienen esta característica facial le resultan más atractivos y también más masculinos.

Por esta razón, la mayoría de parejas que ha tenido y hombres con los que ha salido han tenido barba. Hay un término específico para describir esta atracción, que en algunos casos puede ser desmedida e inexplicable, por los hombres que lucen vello facial. Se llama pogonofilia que viene del griego ‘pogon’ (que significa barba) y ‘philos’ (que se traduce como amado o amante).

Esta fascinación puede tener distintos niveles o manifestarse de diferentes formas: desde el interés hasta la obsesión y el fetiche. Cuando esta atracción va más allá y es muy intensa podría considerarse una parafilia. Este concepto hace referencia a patrones de comportamiento sexual poco habituales.

En el caso de Pamela es una preferencia que sobrepasa el interés pero no llega a la obsesión. Le gustan más los hombres con barba que los que no la llevan, pero no es una regla inflexible en ella.

Hay numerosos estudios que se han hecho sobre el poder de atracción que tiene la barba masculina. En una investigación publicada en 2013 en la revista Evolution & Human Behavior, se concluyó que un vello facial cuidado y de dos semanas hace que los hombres que lo lucen sean considerados más atractivos por las mujeres.

Sus autores, Barnaby Dixon y Bob Brooks (ambos psicólogos de la Universidad de Nueva Gales del Sur) aseguran, a su vez, que la barba aumenta su atractivo sexual.

En paralelo, en un estudio publicado en 2012 en la revista Behavorial Ecology, por el mismo psicólogo (Dixon) junto con Paul Vasey (de la Universidad pública en Lethbridge, en Canadá), se pone de manifiesto que la barba no hace a los hombres atractivos por sí sola.

“Los rostros con barba son identificados con personas de mayor edad y se les atribuye un estatus social más alto”, indican los autores.

Un tercer estudio (de 2017) comparó las opiniones subjetivas de los participantes a los que les mostraron fotografías de hombres con barba completa, barba incipiente y con el rostro afeitado. Los resultados de esta investigación, publicada en ‘Adaptative Human Behavior and Physiology’, apuntaron a que se asociaba a los individuos con barba completa con “un mayor dominio social explícito”.

Así, la pogonofilia tiene relación con el ámbito de las percepciones. Por lo que se tiende a identificar al vello facial como un signo de masculinidad, fuerza y también virilidad.

En este sentido, explica el psicólogo Juan Armando Corbin, en el portal Psicología y Mente, que “por mucho que las ‘filias’ se relacionen con la parte más íntima e irracional de nosotros, no dejan de ser propensas a ser influidas por lo social y lo cultural. Y, en esto, la pogonofilia no es una excepción”.