El zika, el embarazo y el aborto...

Así, de manera inesperada, el zika ha ingresado con fuerza en nuestras vidas, en nuestra cotidianidad. Ahora, incluso, toca temas tan complejos, como los que constan en el titular de esta columna. Sí, en efecto, por la presencia del virus en casi todo el Continente Americano -con la excepción de Canadá y quizá de Chile- se activó un debate con profundos ribetes éticos, morales, familiares, sociales, políticos, de salud pública, sexuales, etc. El debate en cuestión se sintetiza en este planteamiento, excepcional y a la vez cargado de crudeza: ¿Las embarazadas infectadas con el zika deberían sopesar la posibilidad de un aborto? Muchos opinarán con seguridad que ni siquiera hay espacio para una disyuntiva así, a pesar de que los especialistas de la Organización Mundial de la Salud -a falta de una confirmación más sólida- han hallado una conexión entre el virusy los múltiples casos de microcefalia y de desórdenes neurológicos en bebés. La aparición de fenómenos así, en realidad, pone a prueba a todos. Y demanda respuestas serias al peligroso virus que se metió en nuestras vidas.