Percibiendo los deseos

2010-03-19 00:00:00

JUGOS PARA EL ALMAPercibiendo los deseos¿Cómo puede una persona percibir el deseo? Con el propósito de que una persona sepa lo que quiere, primero debe probarlo puesto que, al hacerlo, conoceu00c2u00acrá una nueva percepción placentera o un nuevo sabor en su interior. El placer fue experimentado y ahora ha desaparecido, justo en el punto en que la persou00c2u00acna aspira al mismo. En otras palabras, la Luz lo ha llenado en el pasado y el alma ha probado toda la fuerza del placer en presencia de la Luz. Cuando el alma descendió hasta este mundo, la Luz se ocultó, pero el anhelo de sentir una vez más ese placer continúa en su interior. Para esto, es neceu00c2u00acsario saber en qué forma está construida el alma y el por qué necesitamos trabajar con ella. El ser humano a través de sus cinco sentidos, que son como filtros, recibe las sensaciones visuales, olfativas, gustativas y táctiles dentro de sí. El apoyo detrás de esos cinco órganos sensoriales es similar al programa de una computadora, que traduce la realiu00c2u00acdad en un lenguaje que podamos entender, digamos: placer y dolor. Nosotros percibimos si algo es bueno o malo en el punto más central de nuestra alma. Si la computadou00c2u00acra está trabajando con un programa natural (básico) entonces su programa es diseñado para satisfacer la entrada egoísta de lo bueno y lo malo. No obstante, si está trabajando con un programa altruista (avanu00c2u00aczado) las nociones de lo bueno y lo malo no son evau00c2u00acluadas con relación a sí mismo si no que son evaluau00c2u00acdas en relación a lo que existe fuera de él: la luz del Creador. Ahora vemos que existen dos posibilidades de programación para las evaluaciones y las opciones del alma: Una programación egoísta por su propio bien y la otra altruista por el bien del prójimo. Después de todo, aparte de Dios (Luz o Placer) y la creación (deseo o Alma) no existe nada más en el universo. En el proceso natural de la creación una persona nace con el programa egoísta. Por lo tanto, en el pizarrón de nuestro cerebro una imagen opuesu00c2u00acta es proyectada egoístamente. Esta imagen se llamó Nuestro Mundo.

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