LES INVITAMOS A COTORREARDe voces y voceros...Contaba mi padre que a una conocida y bastante chismosa dama de su época le habían apodado u00c2L a voz del escándalo' pues era quien traía y llevaba toda clase de información a la que, por cierto, añadía siempre por cuenta propia algo de condumio, convirtiendo el más mínimo suceso en un culebrón fenomenal. La verdad es que no importa en qué época se viva, el afán de provocar tormentas cuando sopla un leve viento o de inventar truculentas historias para desprestigiar a quien no nos cae en gracia o de exagerar cualquier comentario en busca de protagonismo o simplemente porque es muy fuerte la tentación de sentirse más allá del bien y del mal y de creerse dueños de la verdad, puede fácilmente llevar a mucha gente a sucumbir frente al morbo y convertirse en voceros del escándalo. Cuánta razón tenía Simone de Beauvoir al manifestar que lo más escandaloso que tiene el escándalo es que nos acostumbramos al mismo, quisiera añadir que, además, lo aceptamos como algo tan común que ha pasado a ser parte de la diaria rutina. Seguramente a esto se debe la indiferencia generalizada que permite la aceptación de tanto engaño y la convivencia con el diario escándalo, que ya es de todos.