LES INVITAMOS A COTORREARYo te prometo...Tú busca quién te lo cumpla... Las promesas abundan, son diarias y repetitivas: los enamorados prometen amor eterno, los políticos ofrecen mejorar todo para todos, los jefes aseguraran reconocimientos a sus subordinados, los mandatarios dicen que trabajarán por el bien común, los malos prometen cambiar, los buenos ofrecen mantener su bondad... Lo cierto es que si todas las promesas se cumplieran, este mundo sería el paraíso terrenal. Pero las cosas no son tan maravillosas como se pintan y los discursos suelen quedarse en eso: palabras que el viento se las lleva. Un antiguo y sabio refrán dice que las promesas son como los bebés: fáciles de hacer pero difíciles de alumbrar y, sin embargo, como los seres humanos sufrimos de un mal común llamado ingenuidad, seguimos creyendo en ellas. Prometemos a la pareja amarle de por vida, prometemos servir a la Patria y entregar la vida por ella, ser fieles a nuestros principios, no olvidarnos jamás de aquello que tanto nos impactó, ser mejores, cambiar, volver a ser lo que fuimos... y, sin embargo, ¿cuántas veces quedamos en deuda por no haber cumplido con lo prometido? Ya lo dijo Nietzsche, necesitamos tener una excelente memoria para recordar todas las promesas que hacemos, quizás deberíamos añadir que requerimos de más memoria aún para lograr cumplirlas.