LES INVITAMOS A COTORREARLa sonrisa de los niños...Mi hijo tenía tres años cuando los habitantes del país fuimos sorprendidos por el trágico accidente del 24 de mayo de 1981 en el que fallecieron el joven Presidente Jaime Roldós y su esposa Martha. Recuerdo claramente las escenas de la dolorosa procesión fúnebre, a sus hijos destrozados por la pérdida de sus padres y en particular al menor de ellos, a Santiago Roldós, un niño de apenas once años. Aquel niño que se veía siempre sonriente junto a sus padres lucía una mirada perdida, una tristeza infinita, un dolor indescriptible en su rostro infantil. Esas escenas quedaron grabadas en mi mente y cada vez que miraba a mi hijo pensaba en la gran tragedia que significa la orfandad. Orfandad que fue compartida por el país entero que lloraba la dolorosa desaparición de su joven Presidente. Muchos años después el destino hizo que volviera a ver al niño, convertido en un joven y prestigioso profesional, había heredado de sus padres su brillantez y su gran humanidad. Coincidimos como miembros de un jurado de un concurso juvenil y me sentí honrada de ser parte de esa tarea junto a alguien como él. Sencillo y profundo en sus reflexiones demostró su gran solvencia profesional, pero lo que más me impactó fue comprobar que, a pesar del tiempo transcurrido desde ese aciago día, la tristeza seguía habitando su mirada a pesar de que intentaba disimularla con una tímida media sonrisa.