LES INVITAMOS A COTORREAREl sueño de las madres...Dormir es uno de los más grandes placeres, sin embargo, cuando nació mi primer hijo, hace ya muchos años, dejé de dormir a pierna suelta. No importaba si el bebé dormía como un ángel, yo no lograba conciliar el sueño como lo hacía antes de su llegada y, a pesar de que estaba totalmente agotada, dormía con un ojo cerrado y otro abierto pensando en que si mi hijo lloraba no le iba a escuchar. Con el paso de los días la situación no mejoraba y, mientras el bebé lucía sano y feliz, yo me había convertido en un zombi que hacía las cosas mecánicamente como si estuviera privada de voluntad y funcionaba por inercia, porque el cansancio había ganado la batalla. Un día en que vino de visita una tía muy querida, madre de cuatro hijos, le pregunté cuánto tiempo más o menos dura ese estado y cuándo volvería a dormir como un lirón como antes de la llegada de mi hijo al mundo. Nunca más fue su escueta respuesta y así ha sido. Cuando nos convertimos en madres la época del sueño ininterrumpido queda para el recuerdo, porque mientras estamos en los brazos de Morfeo un radar especial nos mantiene en permanente alerta, porque esos hijos que ya ni siquiera viven con nosotros, siguen conectados a través de un cordón umbilical infinito que nada ni nadie lo puede cortar.