De los esbirros, !líbranos Señor!

2010-03-19 00:00:00

LES INVITAMOS A COTORREARDe los esbirros, !líbranos Señor!Pocas situaciones son más desagradables que el contacto con un adulador y pocas más peligrosas que caer en sus garras. Por desgracia, a pesar de que a los esbirros se los puede detectar desde lejos, no es difícil que logren seducirnos y nos conviertan en sus víctimas, aprovechándose de nuestra humana debilidad que nos hace proclives a aceptar la adulación gracias a esa necesidad absurda de fortalecer el ego. Si bien se los encuentra más frecuentemente en los despachos de altos funcionarios públicos y privados, los esbirros se mueven en todo círculo y se mantienen a la caza de los ingenuos, los inseguros y los más necesitados de la fácil lisonja. El adulador no pone límites a su servilismo: si de limpiar zapatos se trata o si hay que extender la mano para que su adulado deposite en ella el chicle masticado, allí está. Y, aunque todos se dan cuenta de su vergonzoso papel, el último en enterarse de la farsa es su víctima, que se deja embobar porque está convencido de su superioridad. Si no buscaríamos permanentemente el halago, y si tuviéramos mayor seguridad en nosotros mismos, los esbirros estarían en vías de extinción, pero como la inseguridad se ha convertido en el deporte nacional, la adulación ya es de todos.

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