LES INVITAMOS A COTORREARNo hay peor ciego...Es en los momentos de crisis cuando se conoce de verdad a las personas. Es entonces cuando se ponen a prueba sus valores, sus fortalezas, sus debilidades, sus defectos, su madurez, su capacidad de enfrentar cualquier situación para poder resolver esas situaciones, esas complicaciones, esos problemas vengan de donde vinieren, ya sean producto de los errores cometidos o del destino (si es que se cree en ello). Equivocarse es humano, sin lugar a dudas, pero saber rectificar nos convierte en seres mejores, en personas responsables que buscan el bien común y están dispuestas a dejar de lado el orgullo malentendido, la absurda soberbia y el maligno deseo de la revancha. Perdonar y pedir perdón son virtudes que nos permiten ir un poco más allá de nuestra humana condición y nos elevan a un nivel superior, mientras que el rencor, la prepotencia, el orgullo y el resentimiento nos disminuye, nos deforma, nos convierte en seres minúsculos, en resentidos y egoístas, incapaces de aceptar nuestra humana imperfección. De los errores se aprende y eso nos hace mejores, pero cuando nos empecinamos en no reconocerlos lo único que a la larga conseguiremos es aislarnos cada vez más de la realidad y vivir en extrema soledad.