Saltar a pesar de sentir vértigo
Los avances tecnológicos son casi siempre positivos. A mí, confieso, a veces me producen vértigo. Siempre he preferido, por nostalgia quizás, lo ‘análogo.’
No me acostumbro ni a leer en Kindle ni a utilizar alguna de las numerosas aplicaciones que sustituyen a una agenda. En ambos casos, me decanto por el tacto del papel.
En los últimos años la inteligencia artificial (IA), y todo lo que se desencadena de ella, ha ganado especial relevancia. A mí, como ya he dicho antes, más que sorpresa o curiosidad me provoca una especie de repelús cuyo origen no sé explicar.
Pero estancarse en lo seguro y conocido tampoco es una opción. Así, me animé esta semana a experimentar un poco con las herramientas de IA. A propósito de los 60 años de la publicación de ‘Rayuela’ (una de mis obras favoritas) la premisa fue perpetuar ese juego que la novela plantea pero llevado a un terreno contemporáneo. Para ello utilicé un generador de imágenes con IA. El resultado de este experimento se muestra en estas páginas que también, desde hace un tiempo, dejaron de ser de papel.
Una experiencia, en apariencia sencilla, muestra que los cambios son inevitables. Que está bien sentir vértigo, solo si no implica quedarse con las ganas de saltar. Y para contar historias que hagan eco más vale aprovechar todas las herramientas posibles y perder el miedo.
