lunes 22 de mayo 2023

Cuando hablamos de secretos

Gabriela Balarezo

La relación de los niños y adolescentes de hoy con la tecnología es un tema que no deja de sorprenderme.

Hace algunas semanas leí en Twitter la historia de un chico, no tendría más de 13 años, que usó una aplicación de bóveda para ocultar a sus padres contenido prohibido para su edad, que miraba través de una segunda cuenta de TikTok. Los papás se dieron cuenta de que algo no iba bien porque había un consumo de 3 000 euros en la tarjeta.

Los controles parentales que instalaron no les sirvieron de nada y tuvieron que acudir a un forense informático para descubrir el gran secreto que tenía su hijo en una ‘app’ camuflada como calculadora.

Esta fue la historia que motivó uno de los artículos de esta edición y que me lleva a pensar cómo han evolucionado incluso los secretos que como niños guardamos o guardábamos.

En mi infancia, los secretos se mantenían bajo llave en diarios o máximo en pequeños cofres; la gravedad de su contenido se medía con el grado de vergüenza que provocaba a su dueño.

En la era digital, en la sociedad de la información, los niños y jóvenes están más expuestos y, por ende, sus secretos tienden a ser más oscuros también.