Lo que damos, recibimos
Los orientales tienen una filosofía de vida basada en el karma. Para ellos, las cosas que hacemos tienen una consecuencia y traerá efectos positivos o negativos en función de cada acción nuestra. Si hemos sido generosos, en algún momento de la vida recibiremos esa recompensa; si hemos tenido envidia, viviremos siempre anhelando lo que el otro tiene. Así, con cada acción y sentimiento, se nos devolverá lo mismo. De nosotros dependerá, entonces, si nuestra vida es feliz o está llena de problemas. Muchas veces no se trata solamente de conflictos externos, a veces esto se refleja en nuestra salud, en nuestra economía y hasta en nuestras relaciones sociales. Es impensable, pero una persona negativa emite una energía que repele a los demás; de hecho, no importa qué tanto pueda mostrarse como amable y agradable, si su interior está dañado los demás lo sabrán. Tener una perspectiva de vida más apegada al amor es lo que marca la diferencia; si actuamos con amor, recibiremos lo mismo; si compartimos, recibiremos. Visualizarnos como mejores personas marcará una diferencia en nuestras vidas, no se necesita ser ‘mala leche’ para hacerse respetar o valorar.