¡Reimaginar!
Es un neologismo. Personas e instituciones tratan de reinventarse, buscar novedosas y originales propuestas para responder a los desafíos del mundo actual. Y así resolver los problemas.
Steve Jobs decía que la mejor manera de cambiar las sociedades es crear nuevas realidades. Según él, la pista más importante es intentar ser diferentes. Porque las mediocridades copian, imitan, reproducen más de lo mismo.
El tema es actual. La Unesco y la Fundación SM plantean un tema crucial: “Reimaginar juntos nuestros futuros, mediante un nuevo contrato social para la educación”. Las razones son evidentes. Según las dos organizaciones “la humanidad y el planeta están amenazados. La pandemia solo ha servido para demostrar nuestra fragilidad e interconexión.
Ahora -proponen- es necesario actuar con urgencia, de forma conjunta, para cambiar el rumbo y reimaginar nuestros futuros”. La estrategia es clara: “garantizar el derecho a una educación de calidad -para todos los niños, jóvenes y adultos-, con un nuevo contrato social, y aprovechar el potencial transformador de la educación como vía para (construir) un futuro colectivo sostenible”.
Hacemos nuestras estas valiosas iniciativas, y las trasladamos al público para que, en cada contexto, reimagine los cambios posibles -repare las injusticias- sobre la base del respeto profundo a los derechos humanos, a la no discriminación, el respeto a la vida, la dignidad humana y la diversidad cultural.
En suma: es preciso convertir al verbo reimaginar en algo performativo: un modelo para pasar de la retórica a la práctica. Como expresa el diccionario reverso: reinventar, reimplantar, recrear, y si es necesario: regañar, reanimar, reformular. ¡Y reemprender!
