jueves 22 de septiembre 2022

¡Juegos!

Fausto Segovia Baus

Johan Huizinga, autor de ‘El homo ludens’, significó un referente para los estudiosos de la condición humana. Él habló del juego como fenómeno cultural y demostró la insuficiencia de las imágenes convencionales del homo faber y el homo sapiens.

Este enfoque cultural fue enriquecido cuando Erik Berné planteó el Análisis Transaccional (AT) como estrategia para conocernos mejor, donde los juegos psicológicos ocupan un papel protagónico. Berné recuerda el famoso cuento de la literatura infantil ‘La caperucita roja’ de Charles Perrault, quien fue el primero que recogió esta historia y la incluyó en un volumen de cuentos (1697), que relataba una leyenda cruel, destinada a prevenir a las niñas de encuentros con desconocidos.

Los hermanos Grimm, en 1812, dieron otra versión en la que introduce la figura del leñador, que salva a la niña y a su abuelita. Propusieron un final alternativo, en el que un momento antes de que el lobo se coma a caperucita, ella grita y un leñador que estaba cerca, rescata a la niña, mata al lobo, le abre la panza y saca a la abuelita, milagrosamente viva.

Pues bien, de esta última versión de la ‘Caperucita roja’ Erik Berné identificó tres personajes universales: el salvador (el leñador), la víctima (la caperucita) y el perdedor (el lobo), como caracterizaciones de actitudes ‘típicas’ de los seres humanos, que dan pie a los juegos psicológicos.

Como resultado todos ‘jugamos’ a ser salvadores, víctimas o perseguidores (auténticos o inauténticos), según la transacción respectiva. Las preguntas cruciales son: ¿usted desempeña generalmente el papel de víctima en su relación con su pareja?

¿O es un salvador empedernido? Y si no es lo uno ni lo otro, ¿se declara perseguidor o perseguidora de su cónyuge?