lunes 04 de abril 2022

¡Involucrado!

Fausto Segovia Baus

La palabra involucrado resuena en estos tiempos, por causa de la corrupción y otros males sociales, fenómenos que han develado problemas judiciales, políticos y lingüísticos.

El tema planteado es de vocabulario o léxico. Para empezar, involucrado es una expresión castiza, pero mal utilizada. Involucrar, según el diccionario de la Real Academia de la Lengua (RAE), en un sentido amplio, significa abarcar, incluir, comprender. Es decir, incorporar en los discursos o escritos cuestiones o asuntos extraños al principal objeto de ellos. También –en su versión particular- es complicar a alguien en un asunto, comprometiéndolo en él. Muchas personas hablan y escriben sobre el “involucramiento” de tal o cual individuo en un acto bueno, positivo y de apoyo a la comunidad. Dicen, por ejemplo: “Todos estamos involucrados en un cambio social responsable”, “Es nuestra misión involucrarnos en defender las libertades”, “El equipo está involucrado en proyectos sustentables”. Según la acepción de la RAE estas frases son defectuosas, porque involucrar es un verbo para expresar algo negativo, porque representa “complicar a alguien en un asunto, comprometiéndole en él”. ¡Nadie se involucra en algo positivo o asertivo! Pero el vulgo –inclusive en ciertos medios académicos y periodísticos- insiste en “involucrar a la gente en el bienestar”. Por ello, resulta apropiado y coherente decir: “Participamos en el cambio social”, “Nuestra misión es defender las libertades”, “El equipo trabaja en proyectos sustentables”.
Hablemos y escribamos con propiedad: “El presunto delincuente está involucrado en el asalto”. O también: “La Policía identificó a varias personas involucradas en el choque de vehículos”. ¡Y, por favor, no nos “involucremos” en la paz!