lunes 16 de enero 2023

¡Enfermedad!

Fausto Segovia Baus

No hay enfermedades, sino enfermos, dice el vulgo. Existen lecturas sobre los orígenes de las enfermedades: desde los virus y bacterias -naturales o creados en los laboratorios- hasta los generados por el egoísmo y la pobreza, que infló el mundo de ciudades y pueblos con mucho bienestar, y también con inequidades y exclusiones, que desbordaron el llamado progreso supuestamente ilimitado, en aras de una modernidad “líquida”, según palabras de Zygmunt Bauman.


La sociedad ha comenzado a “licuarse”; es decir, vivimos el difícil momento de la historia en el que las realidades “sólidas” de nuestros abuelos –como el trabajo y el matrimonio para toda la vida, por ejemplo- se han desvanecido. Y han dado paso a un mundo más precario, provisional, ansioso de novedades y, con frecuencia, vacío de ética.

La enfermedad rompió con el paradigma que situaba al sistema como algo hermoso, irrefutable y definitivo. Y desnudó a una naturaleza que, de algún modo, se venga de tantas atrocidades humanas realizadas a sus espaldas no por varias décadas sino por siglos.

En este sentido, la enfermedad debe ser vista como una nueva oportunidad que nos da la vida, para asumir las agresiones a las que hemos sometido a la Tierra, y poder defenderla con decisiones saludables en todo terreno: en los hogares, las escuelas, las oficinas y las ciudades.

La mayoría piensa que la curación de las enfermedades depende de medicamentos. Pero la verdadera salud no está en las farmacias, sino en los corazones, y sobre todo en lo que hacemos, comemos o disfrutemos. ¡Propender a la armonía o al equilibrio es la clave! Escuchemos a la vida. Es

tiempo devolver la racionalidad, para que la naturaleza obre y no sea hostil a los humanos. ¡Salud!