viernes 09 de diciembre 2022
23 de octubre

¡Censurado!

Fausto Segovia Baus

Censura es la corrección o reprobación de algo. No sé por qué, pero este vocablo me recuerda los tiempos de la ‘santa’ Inquisición. En el ámbito ecuatoriano recuerdo una célebre censura –la del tomo IV de la Historia del Ecuador del monseñor Federico González Suárez-, que fue impedido de circular porque el autor había descrito evidencias poco decentes de ciertos frailes en Quito colonial.

Los reproches a los libelos y acosos han estado presentes en todos los períodos de la historia nacional. Los periódicos y periodistas –desde Primicias de la Cultura de Quito, de Eugenio Espejo- han sido objetos y sujetos de censuras, asechanzas y destierros. Los escritos de Montalvo contra García Moreno y el general Ignacio de Veintimilla fueron proverbiales en el siglo XIX. ¿Quién no recuerda, por ejemplo, la famosa frase de Montalvo: ‘Mi pluma le mató’?

En el siglo XX, las clausuras de emisoras y diarios –entre ellos El Comercio- en tiempos de Velasco Ibarra dejaron malos resabios. Es que la ironía y la sal quiteña no ‘cuadraban’ con el poder, aunque, en una ocasión, el propio doctor Velasco, en alarde de tolerancia, una noche solicitó a un grupo de periodistas que contara ‘cachos’ en la residencia presidencial, de preferencia aquellos que estaban dedicados a él… ¡Y qué bien los disfrutó!

En el siglo XXI, los primeros 22 años han sido complejos y no exentos de problemas y memes, el nuevo nombre del humorismo digital. Sabemos que la libertad para sonreír jamás será conculcada, y aun cuando este derecho no consta oficialmente en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el sarcasmo seguirá siendo parte esencial de esta espiritualidad laica, que nos alienta a vivir con libertad.