lunes 27 de junio 2022

De momias

Edna Iturralde

Al hablar de momias siempre pensamos en Egipto. Y es que son las más antiguas, pues datan de finales del IV milenio a.C.

Eran momias naturales, ya que los cuerpos se enterraban en el desierto, donde la arena caliente las desecaba. La momificación artificial surgió cuando los cadáveres pasaron a colocarse dentro de un ataúd y en una tumba.

Esta costumbre tenía que ver con ideas religiosas. Para los egipcios, el ser humano era una mezcla de elementos: el cuerpo, la sombra y el nombre asociado con el espíritu al que llamaban ka o energía cósmica y el ba, la personalidad.

En Perú también momificaban a los muertos, como al Inca y sus familiares porque creían en el más allá. Pero, en vez de vendarles, los disecaban con una técnica desconocida.

Los enterraban en cuevas, sentados con las piernas cruzadas y vestidos con ropajes de la nobleza. Dicen que no les faltaba ni una sola pestaña y sus ojos tenían una tela fina de oro.

Su piel, donde se podía ver, brillaba como si estuviera untada con grasa. Hasta las uñas de manos y pies lucían pulidas. Desgraciadamente, durante la conquista estas momias fueron quemadas.