domingo 31 de julio 2022

Una leyenda luminosa

Edna Iturralde

Cuentan que una noche la estrella más pequeña de la constelación de la Cruz del Sur escuchó que la señora Luna daría una fiesta.

Curiosa, salió a pasear para ver cómo iban los preparativos, pero, como no fue cuidadosa, se inclinó demasiado y cayó a la Tierra en medio de un bosque.

Entonces, se puso a llorar con unos lagrimones luminosos. Justo en aquel momento pasaba por allí una luciérnaga que, según dicen, en aquella época eran simples bichitos sin luz. Le llamó la atención tanto los sollozos como el resplandor que emanaba desde aquel lugar del bosque.

La estrellita le contó a la luciérnaga que se había caído del cielo y que, como no podía volar, era imposible regresar a su casa. Ante esto, la luciérnaga tuvo una idea: llamó a las luciérnagas de todo el mundo para levantar a la estrella y llevarla volando.

Al llegar al firmamento, la mamá estrella, en agradecimiento, cortó su delantal en pedacitos y le dio un trozo a cada bichito sin luz para que no se perdieran en la oscuridad y pudieran regresar a la Tierra con suficiente iluminación. Esa es la razón por la cual las luciérnagas tienen un “foquito”.